Cumple como homenaje a la saga original y expande la historia de Adonis en la búsqueda de extender su propia leyenda. A pesar de sus aciertos y errores, la película logra emocionar a los más fanáticos y también a sus duros detractores.
En 2006 vimos a Rocky Balboa (Sylvester Stallone) colgar los guantes. Después de enfrentarse a todo tipo de retos y tener sus altas y bajas, el semental italiano de Philadelphia se retiraba con todo el reconocimiento unánime del público y de su competidor. No así de los jueces, que le darían por perdida su última pelea (jamás lo olvidaremos). Pero cuando todo parecía que no habría más historias pugilísticas del nivel de esas seis entregas (tengamos piedad con la quinta), Stallone decidió que todavía había historias dentro de su universo que valían la pena contar pero que no lo tendrían a él usando los pantalones cortos. Es por eso que en 2015 llegó Creed, el primer spin-off del universo Rocky en el cual se introdujo a Adonis Creed (Michael B. Jordan) el por entonces hijo no reconocido de su amigo, rival, entrenador y difunto Apollo Creed (Carl Weathers). En esa primera entrega, que Ryan Coogler (Black Panther, 2018) se encargó de escribir y dirigir, el director logró estampar su sello personal y así renovar una franquicia en donde todo, en mayor o menor medida, se resolvía de la misma manera.
En aquella primera película, Adonis fue presentado en sociedad en su búsqueda personal por ser reconocido como hijo de Apollo. Junto con la ayuda de Rocky, tanto afuera como dentro del cuadrilátero, el joven Creed logró ganarse el respeto de los aficionados al boxeo y mucho más importante, el honor de que lo comparen y asemejen con su padre. En esta nueva película, Adonis ya es un luchador consolidado y tal es así que logra hacerse con el cinturón de peso completo y coronarse como campeón del mundo en esa categoría. Junto con su pareja Bianca (Tessa Thompson), ya están listos para dar el próximo paso en su relación, pero desde el otro lado del mundo se avecinan malas noticias, ya que desde Ucrania, Viktor Drago (Florian Munteanu) hijo del famoso Ivan Drago (Dolph Lundgren) se ha estado preparando en la clandestinidad para retar a Adonis por el cinturón, que en su momento su padre no pudo obtener cuando enfrentó a Rocky en Rocky IV (1985). Si bien Ivan no logró quedarse con el cinturón, evento que le costo irse de su país, el ruso tendría una participación más que fundamental porque fue quien dentro del ring mató a Apollo. Es por eso que Viktor tomará cartas en el asunto y retará al nuevo campeón del mundo, en una pelea que puede ser la revancha de sus vidas, tanto para Viktor como para Adonis. Todo esto bajo la atenta mirada de Rocky, que al igual que su pupilo, deberá afrontar todos los fantasmas que vienen junto con el apellido Drago.
Si hay algo que abunda en las películas de Rocky/Creed, es la emotividad. Desde la música, las peleas y el drama, el mito de “Rocky” ha construido historias que quedarán para siempre en la historia del cine, como aquellas que nos ponen los pelos de punta, por más que las sepamos de memoria luego de haberlas visto más de diez veces cada una. Eso es innegable y el que diga lo contrario, estará mintiendo. Pero como tiene esto de positivo, también hay muchas cosas que tiene en contra, como las actuaciones, el guión o las coreografías de pelea. Por suerte, Creed II: Defendiendo el Legado, tiene todo lo bueno de las Rocky “clásicas” y mejora todo aquello que en aquellas flaqueaban. En esta oportunidad y bajo la dirección de Steven Caple Jr., las peleas son mucho mas convincentes, el drama es mucho más punzante y las actuaciones van de la mano con estas dos últimas características. Por muchos momentos, la película juega a homenajear directamente a los mejores pasajes de las películas de Rocky, sobre todo desde la segunda en adelante. Pero en estas películas no hay medias tintas, te gustan o no, porque también tiene sus cosas que hacen un poco de ruido. Por ejemplo, el vuelo narrativo de esta entrega es mucho menor que la que tuvo Coogler en la anterior Creed, al mismo tiempo la trama va fluctuando entre demasiados “aderezos” dramáticos de parte de casi todos los personajes, haciendo de la peli un poco más densa de lo que podría haber sido. Previamente se mencionó la cuestión de haber homenajeado a los mejores momentos de la saga, pero por momentos cae en el error de recrearlos, pero con pequeños cambios. En cuestión de guion, las películas de Rocky no suelen ser demasiado complejos o rebuscados, se basan en su sencillez pero apretando el acelerador en los momentos adecuados. Pero la película anterior lo tenía tan bien construido, que esta parecería que fue un corte y pegue de las películas originales, la ultima media hora es una clara muestra de ello.
Las actuaciones tienen sus altas y bajas. Por el lado de los personajes que ya venían con nosotros en la peli anterior (Jordan, Stallone, Thompson) vuelven a cumplir de manera destacada. El trabajo físico de Jordan es impecable, elevando la vara que el mismo había puesto muy alto hace tres años atrás. Stallone se ha adueñado de la postura del maestro con una naturalidad increíble, él mismo podría decir que en toda su carrera sus papeles fueron de esa clase y nadie podría contradecirlo, quizás esta sea su mejor actuación en todo el universo Rocky. Tessa Thompson vuelve a cumplir en su rol y da el paso hacia adelante, no solo funcionando como acompañante de Jordan, sino también teniendo una importancia preponderante a lo largo de todo el film. Por otro lado y sin sorprender a casi nadie, Dolph Lundgren y Florian Munteanu solo brillan por su pasado y por lo que demuestran ser físicamente, respectivamente. Está más que claro que Munteanu al ser luchador profesional no se le podía pedir demasiado, de hecho tiene muy pocas lineas de dialogo y todo lo “bueno” que viene de su parte tiene que ver con lo estrictamente boxístico. Lo mismo con Dolph, quién con una simple mirada transmite terror, pero por lo que hizo en algún momento, no por lo que podría hacer ahora.
Creed 2 termina siendo una secuela digna de lo que fue su predecesora, pero que al margen de aportar la dosis justa y necesaria de nostalgia, parece ser una simple excusa para ampliar esta ya consolidada franquicia. ¿Habrán mas historias para contar sobre Adonis y Rocky? Los rumores ya están instalados y podría haber una última entrega para cerrar una trilogía, pero si hay algo seguro es que solo basta con escuchar los primeros segundos de Gonna Fly Now, para agitar los brazos, alzarlos y festejar como Rocky Balboa por una ¿última? vez.