Una franquicia que devuelve golpe por golpe.
Es una de las secuelas más esperadas del año y también la que más expectativas me generó desde su anuncio. No sólo porque era el debut como director de su protagonista Michael B. Jordan, sino también porque sería la primera en la que no veríamos al semental italiano, el querido Rocky Balboa.
Confieso que temía en que se engolosinaran con el factor nostalgia y nos trajeran un hijo de Clubber Lang (Mr. T en Rocky III), pero no fue así. Jonathan Majors nos brinda uno de los mejores antagonistas de la saga en donde podemos conocerlo mejor, con una historia de origen y llegar a empatizar con él.
Una muy buena racha de este actor donde al menos queda mejor parado que en la olvidable Ant-Man and The Wasp: Quantumania.
El agregado de ser viejo conocido de Adonis y a posteriori rival compensa por las muchas ausencias conque nos sacudió la franquicia. No sólo por la secuencia de entrenamiento, que es el momento más flojo de la saga, sino por el encuentro final que lejos de ser algo influenciado por Dragon Ball (en materia de golpes, lo más logrado que podríamos ver en materia live action del anime) no termina de darle esa carga épica que habíamos visto en los filmes previos.
En cuanto a la historia tenemos a Adonis ya retirado, dedicándose a su familia y entrenando boxeadores. Algo que nos remite a Rocky V, la más floja de la saga para la mayoría de los fans, pero con una mejor ejecución.
Y hablando de Rocky, realmente no sentí la ausencia de Stallone, ya había tenido un cierre más que satisfactorio en la entrega anterior. Por lo que fue el golpe que faltaba para que Adonis tome vuelo propio y se distinga de su mentor.
¿Si hay futuro en la saga? Por supuesto que sí, Jordan tuvo un gran debut y salió airoso pese a la presión que tenía. Me intriga saber en qué dirección se llevaría una hipotética Creed IV aunque no es muy difícil de intuir teniendo a los Drago para explotar como spin-off. Habrá que ver cómo reciben los fans esta nueva entrega antes de seguir con las especulaciones. El fan base tendrá la última palabra sin olvidar al espectador común que se acerca al cine a disfrutar de un simple drama deportivo.