Increíble pero real. Cuando Mathieu, un diplomático francés que opera en Siberia, se convierte en blanco del servicio de inteligencia ruso (FSB) siendo acusado de un crimen que no cometió, la historia nos responderá las preguntas sobre por qué está donde está y nos dejará sembrada la duda sobre si hay alguna salida sobre esto. Con un efectivo inicio, empieza con una escena entremedia y luego tenemos saltos en el tiempo para conocer porqué el protagonista llegó allí, el director Jérôme Salle sabe hacer atrapante este tipo de historia donde la intriga se adueña de inmediato. Un detalle a destacar es que Kompromat: el expediente ruso se basa libremente en una historia real y con ello los límites de la credibilidad rozan lo fantástico. Si bien me creo que a alguien que se lo acusa no solo de abusar de su propia hija sino de comercializar pornografía infantil (por lo que se juzga al protagonista) tiene un trato “peculiar” en la cárcel, luego la película toma rumbos mucho más cinematográficos al momento de orquestar su fuga. Alternando flashbacks y escenas de acción, Kompromat… es una propuesta que te mantiene atornillado a tu butaca y que no presenta ningún bache a nivel narrativo. Esa mezcla permite empatizar con el protagonista, algo que el filme parece querer mostrarnos siempre. Puedo objetar que en muchas escenas el protagonista tiene situaciones un tanto absurdas como el de tomarse su tiempo para mandar un mensaje de texto o para seducir a la heroína de turno cuando está en una situación extrema, o bien algunos giros un tanto previsibles, pero es consecuencia también del ejercicio de ver tantas películas, tampoco es que arruina el visionado del film ni atenúa su valor como entretenimiento. En definitiva, Kompromat… es un gran thriller político que tiene un enorme despliegue de producción y que se filmó en una etapa complicada como fue la pandemia del Covid-19.
Buenas muchachas. Toni Collette y Monica Bellucci protagonizan esta propuesta centrada en la figura de Kristin Baldano Jordan (Collette), una mujer que tiene una vida poco feliz, con un trabajo y matrimonio que tampoco le generan alegrías. Todo cambia cuando se entera del fallecimiento de su abuelo y que heredará los negocios “poco limpios” de este familiar. Bajo la guía de Bianca (Bellucci) comienza esta comedia de enredos que drena lo mejor de El padrino o Buenos muchachos y eso es lo que es justamente: una parodia que juega con el empoderamiento femenino y mostrando a través de la comedia que también los mafiosos pueden usar minifaldas. Por lo que este nuevo inicio desde California a Italia (más estereotípico no se consigue) va a representar para Kristin no solo una suerte de refundación de su vida sino una oportunidad para poder hacerse respetar y encontrar la felicidad que hacía rato parecía haberse evaporado de su chata existencia. No voy a entender como la crítica muchas veces se ensaña con una comedia que solo busca entretener, no es un género que se centre justamente en lo argumental, sino que la exigencia mínima es que puedas soportar los 100 minutos sin levantarte de la butaca. Catherine Hardwicke, conocida por haber realizado la primera entrega de Crespúsculo, parece probar propuestas distintas antes de volver a lo grande con alguna saga popular y está bien que como directora incursione en otros géneros saliendo de su zona de confort. En definitiva, La heredera de la mafia es un filme de comedia que no es necesario sobreanalizar y que deja por detrás un mensaje bastante crudo que se adorna con risas.
Distinto zapato, misma piedra. Las adaptaciones de los animé a los live action siempre estuvieron en el eje de la polémica, ejemplos sobran: Cowboy Bebop, Death Note o el fracaso de Dragon Ball Evolution que ni siquiera llega a película de culto. El saber que se haría el live action de Los caballeros del Zodiaco me daba una buena vibra, porque esta vez Hollywood aprendería de los errores, con la productora Toei involucrada en la producción nada podía salir mal, y así empezaron a salir las imágenes y tráilers, todos alucinantes… Pero quedó en eso. Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio (2023) cae en los mismos errores que todos los animés cuando Hollywood los agarra: occidentalizar la película cuando tiene un origen oriental, por el simple hecho de atraer a un público mayor. Craso error con el fin de llenarse los bolsillos, que busca una re imaginación con elementos innecesarios que matan la personalidad de la serie original, buscando en cambio captar nuevas audiencias. Lo mismo que Dragon Ball Evolution. Obras que tienen muchos más fans que personas ajenas. Nunca voy a entender como un grupo de cabecillas tiran millones para distorsionar tanto una obra y dar el visto bueno. ¿Acaso entre ellos no hay alguno que objete la cuestión? Teníamos un gran atractivo visual, un Arata Mackenyu como Seiya que, a diferencia de Justin Chatwin como Goku, me generaba una gran expectativa por lo que pudiera hacer con el personaje, pero también tenemos a Famke Janssen totalmente desperdiciada como antagonista, alguien que presentaba la oportunidad de redimirse pero por desgracia esto no sucedió así. No solo tenemos una villana olvidable que en ningún momento da la sensación de poder complicarle la vida al protagonista, sino que la historia en sí (pese a la premisa del héroe rebelde que es el “elegido”) en vez de hacer algo con ese formidable universo que propone la creación de Masami Kurumada, cae en los mismos clichés que mezclan cosas de películas ya vistas. Repito: tenían cosas buenas para hacer, contaban con un buen casting, podían redimirse no solo de la maldición de los animés al ser adaptados a este formato o la bochornosa película CGI, pero en cambio tropezaron por enésima vez con la misma piedra. Gracias por darnos una Dragon Ball Evolution 2.0.
Una aventura cumplidora para nostálgicos y centennials. Los entusiastas Mario y Luigi son dos plomeros medio pelo que buscan el éxito en la ciudad de Brooklyn, pero cuando consiguen un trabajo y son transportados a un mundo extraño, rodeado de hongos parlantes, objetos mágicos y una tortuga antropomorfa tirana, los hermanos deben enfrentarlo para evitar que se haga el control no solo de ese mundo sino también del universo entero. La premisa es similar al filme live action que vimos en 1993. Siendo hoy una película de culto, no deja de ser una de las peores adaptaciones gamer de todos los tiempos. Pero con Nintendo ahora en control creativo de su personaje insignia y distribuido por un estudio que venía durmiendo en los laureles con los Minions, las expectativas eran dispares. Realmente me sorprendió la calidad visual del filme que drena de los gráficos de los juegos recientes de los hermanos y a su vez rivaliza con los filmes de Pixar, estudio imbatible en ese aspecto técnico. Ahora introduciéndonos en la historia, Súper Mario Bros. no pudo plasmar mejor la esencia del juego: un plomero que debe recolectar monedas, sortear obstáculos y enfrentarse al tirano Browser. Desde luego que la historia se nutre de numerosas referencias a los videojuegos de Mario Bros., con lo cual se abre un amplio abanico no solo sobre futuras entregas sino también ir más allá con spin-off potenciales. En los tiempos que corren el filme no quedó exento de la corrección política y uno de los mayores cambios lo vemos en la Princesa Peach que, de ser la damisela en apuros, derivó en un personaje funcional para la trama, mientras que Luigi debió ocupar el lugar de secuestrado en la mayor parte del filme. Un aspecto que si bien me molestó al principio sobre el final del último acto se produce cierta redención. Después, acción por doquier, un Browser carismático y mucho fan service muy bien ejecutado, que a los gamers va a encantarle. Super Mario Bros. tiene una historia sencilla que va a atrapar no solo a chicos, sino también a grandes, más que nada los que crecieron en los ‘90s con el boom del juego y la serie animada. Seguramente tengamos secuela del filme: ¿Luigi Mansión? ¿Mario Golf? La escena post créditos podría ser un indicio de por dónde podría ir la saga. Hay algo que está claro: esto es solo el principio.
Cuando los animales atacan. Sobran los ejemplos de películas con animales asesinos, desde animales zombis como en Cementerio de animales o mutantes como en Anaconda… podría estar todo el día recordando las numerosas películas que se rigen por este planteo. En esta oportunidad tenemos Cocaine Bear, que acá llegó como Oso Intoxicado, un título que no me termina de convencer en lo absoluto. La cinta dirigida por la polémica Elizabeth Banks se basa en un caso real ocurrido en 1985 cuando un traficante de drogas llamado Andrew C. Thorton II saltó de un avión junto a un cargamento de cocaína en un bosque de Georgia. Para su desgracia el paracaídas no sólo no estaba en las mejores condiciones sino que al caer en algún momento un oso hizo lo suyo consumiendo además grandes dosis de cocaína. A partir de esta situación puntual el úrsido adquirió gran popularidad, siendo embalsamado y convertido -algo extrañamente- en un icono en Kentucky. Con este punto de partida Banks se adueña de la narrativa de un cuento bizarro que distorsiona los hechos y donde se nos exhibe con cierto desparpajo todo lo que deben soportar los personajes debido a la conducta violenta de este oso sacado por haber consumido accidentalmente de más de veinte kilos de drogas. El filme construye sin mucho virtuosismo un relato que nos recuerda ese cine slasher que tan popular fuera allá por los gloriosos ‘80s. Lo que vemos acá no es más que una fórmula ya conocida sobre un grupo de gente aleatoria que tiene la “fortuna” de cruzarse con el oso… por ende son número puesto para una muerte segura. Con esta premisa extraída de eventos reales, no tan conocidos en verdad, el filme pretende enrolarse en el género de terror pero termina siendo algo completamente chistoso. Protagonizada por Keri Russell, Alden Ehrenreich y Ray Liotta (en uno de sus últimos roles antes de fallecer en mayo pasado), siento que los personajes tenían algo más para ofrecer, pero se quedaron a medio camino. En este tipo de relatos es importante hacer lucir a los personajes humanos, pero no es este el caso. Ahora, si vamos a la estrella, el personaje titular tiene un asombroso CGI que le da un tanto de seriedad al proyecto. En cuanto a sus participaciones, los técnicos de efectos visuales han hecho un gran trabajo al animar a este oso dispuesto a divertir con persecuciones y sangre, por otra parte los ingredientes principales de esta propuesta concebida para espectadores sin muchas pretensiones. En definitiva, Cocaine Bear es un filme que seguramente va a quedar en la memoria por la premisa en sí, pero que como película es bastante genérica. Al menos le pone humor al caso real, que fue mucho más trágico.
Planeta Dino. Después de El planeta de los simios, Jurassic Park, Oblivion: el tiempo del olvido o Después de la tierra, tenemos ahora 65: Al borde la extinción que drena elementos de algunos de los filmes mencionados. Adam Driver interpreta a Mills, un astronauta que se embarca a una misión interplanetaria con el fin de ganar algo de dinero y poder pagar las medicinas de su hija, quien padece una extraña enfermedad. Lamentablemente la misión falla y Mills cae a un planeta inhóspito, pero pronto descubre que no está solo. Khoa (interpretada por Ariana Greenblatt, quien había sido Gamora de niña en el UCM) es una joven que estaba en busca de sus padres. Mills y Khoa van estableciendo una relación símil padre e hija, una historia de supervivencia donde el objetivo es volver a casa. Pero el planeta no es tan inhóspito ni desconocido, ya que nuestro protagonista se estrelló en la Tierra hace 65 millones de años, en el período Cretácico, y sí… tenemos dinosaurios. Contar con Sam Raimi en la producción es un acierto, un tipo que sabe cómo generar miedo sin mostrar demasiado. Lo bueno de este breve filme (ni llega a las 2 horas) es que, si bien tenemos dinosaurios, no es necesario verlos a toda hora. Esto no es Jurassic Park. El filme se encarga de meter al espectador en aquella atmósfera donde todo puede pasar, los dinos están (en dosis justa) pero también aparecen cuando deben, pero están y eso genera un gran suspenso en el filme. Otro detalle que destaco es la relación paternal de Mills con Khoa, porque ambos de entrada hablan diferentes lenguas, no por ser de diferente país, sino de planeta. Ahora si debo objetar algo, es que el final queda bastante libre a la interpretación. Cabe destacar que 65… no es una franquicia, pero si pretende serlo, una secuela no es algo que me desagrade, que dicho sea de paso tienen bastante para presentar. En definitiva, 65: Al borde de la extinción es una propuesta disfrutable, que no me parece que sea tan terrible como la pintaron en su país de origen. No será uno de los mejores trabajos de Adam Driver ni la mejor de la cartelera, pero es una elección que no va a defraudar.
El público se renueva, las ideas no. Luego de enterrar a su padre, Alyson junto a su esposo e hija van a cambiar de aire a una nueva casa donde su familia había vivido previamente, pero ni bien llegan empiezan a pasar sucesos sobrenaturales. Quedará en manos de Alyson enfrentar esta problemática que la toca muy de cerca. Dirigida por el italiano Francesco Piccone, esta propuesta intenta sorprender al evitar los tópicos de maldiciones familiares, fantasmas vengativos y demás, con el giro de un viaje astral de la protagonista para salvar a su familia. Dead Bride, mejor conocida acá como La maldición de la novia, es otro filme de terror que se suma a una lista interminable de títulos que seguramente se te olviden ni bien salís de la sala, por el sólo hecho que, si bien se vende como algo terrorífico, es cualquier cosa menos eso. Además de una alarmante carencia de suspenso, la verdad que no encontré ningún elemento de interés que me sorprenda. Como dije antes, ese viaje astral (por medio de un sueño inducido al mejor estilo Freddy Krueger) creo que fue lo mejor de la película, donde vemos un cambio rotundo de fotografía con colores fuertes y un justificativo para que el conflicto no decaiga. Ahora, la supuesta Novia a la que alude el título, la “vedette” de este convite, lejos está de serlo. Eso incluye una resolución tonta, que se zanja en 5 minutos, pero como suele pasar en el género nos dejan un final abierto. Cómo si esas cosas pasaran. Lo más doloroso de esto es que en su tramo final, cuando la película parecía ponerse buena, se resuelve terminar todo abruptamente, dejando varios cabos sueltos. Los casi 80 minutos de un relato lento no hacen más que eternizar esta película. Una pena porque se pudo intentar algo distinto con mejores resultados. Quedará para una próxima vez.
Las redes sociales al rescate. Cuando la madre de June desaparece misteriosamente luego de un viaje de placer con su nuevo novio, queda en manos de June encontrarla en respuesta a la ayuda nula del FBI. Con las redes sociales como asistencia esencial, June va a interiorizarse en los perfiles tanto de su madre como de su novio, descubriendo cosas no muy agradables pero teniendo mejores resultados para poder hallarlos. Desconectada se trata de una secuela independiente de Buscando… (Searching, 2018), donde el mensaje es el mismo: el lado positivo de las redes sociales en contrapunto a numerosas propuestas que suelen retratarlas como algo negativo. A través de esta premisa, la película nos sumerge en un clima de suspenso, despintándonos de por medio con giros sacados de la manga que funcionan muy bien porque te mantienen enganchado y te generan curiosidad sobre cómo se va a resolver la cosa. Storm Reid, mejor conocida como Gina en Euphoria, tiene la labor de hacernos empatizar con June y ver cómo su personaje se convierte en una suerte de heroína a lo largo de la cinta. Mientras que Tim Griffin, como Jimmy, es uno de los personajes que más me sorprendió debido a cierta evolución en su desarrollo que no adelantaremos aquí para evitar caer en el spoiler. Como dije antes, Searching es el inicio de esta saga antológica, tenemos también una leve conexión con Run (2020), un trabajo que tiene en común a Aneesh Chaganty como director. El filme fue dirigido por los debutantes Will Merrick y Nicholas D. Johnson, quienes habían estado en la edición de Run. El guion de esta historia corrió nuevamente por cuenta de Sev Ohanian y Aneesh Chaganty. Tal vez en unos años el filme peque de anticuado, pero lo que va a quedar en la memoria es el enfoque positivo que se le dieron a las redes sociales. En definitiva, Desconectada es una sorpresa que no deberían pasar por alto.
Una franquicia que devuelve golpe por golpe. Es una de las secuelas más esperadas del año y también la que más expectativas me generó desde su anuncio. No sólo porque era el debut como director de su protagonista Michael B. Jordan, sino también porque sería la primera en la que no veríamos al semental italiano, el querido Rocky Balboa. Confieso que temía en que se engolosinaran con el factor nostalgia y nos trajeran un hijo de Clubber Lang (Mr. T en Rocky III), pero no fue así. Jonathan Majors nos brinda uno de los mejores antagonistas de la saga en donde podemos conocerlo mejor, con una historia de origen y llegar a empatizar con él. Una muy buena racha de este actor donde al menos queda mejor parado que en la olvidable Ant-Man and The Wasp: Quantumania. El agregado de ser viejo conocido de Adonis y a posteriori rival compensa por las muchas ausencias conque nos sacudió la franquicia. No sólo por la secuencia de entrenamiento, que es el momento más flojo de la saga, sino por el encuentro final que lejos de ser algo influenciado por Dragon Ball (en materia de golpes, lo más logrado que podríamos ver en materia live action del anime) no termina de darle esa carga épica que habíamos visto en los filmes previos. En cuanto a la historia tenemos a Adonis ya retirado, dedicándose a su familia y entrenando boxeadores. Algo que nos remite a Rocky V, la más floja de la saga para la mayoría de los fans, pero con una mejor ejecución. Y hablando de Rocky, realmente no sentí la ausencia de Stallone, ya había tenido un cierre más que satisfactorio en la entrega anterior. Por lo que fue el golpe que faltaba para que Adonis tome vuelo propio y se distinga de su mentor. ¿Si hay futuro en la saga? Por supuesto que sí, Jordan tuvo un gran debut y salió airoso pese a la presión que tenía. Me intriga saber en qué dirección se llevaría una hipotética Creed IV aunque no es muy difícil de intuir teniendo a los Drago para explotar como spin-off. Habrá que ver cómo reciben los fans esta nueva entrega antes de seguir con las especulaciones. El fan base tendrá la última palabra sin olvidar al espectador común que se acerca al cine a disfrutar de un simple drama deportivo.
¿Secuela o remake disfrazada? Un clásico del terror japonés (Ringu, 1998) vuelve con una nueva entrega por pedido de nadie. Al parecer la falta de ideas no es patrimonio exclusivo de Hollywood. Para el caso el J- Horror se la juega por hacer cumplir un viejo refrán: más vale malo conocido que bueno por conocer. En estas franquicias hay dos caminos: o mueren para quedar en el recuerdo como películas aterradoras o viven lo suficiente para volverse un chiste. Bueno, Ringu o The Ring -así se la conoció por estos lares- tuvo su correspondiente adaptación en Hollywood, la muy lograda La llamada (2002), que nos presentaba la siguiente premisa: un VHS sobre una joven misteriosa de pelo largo que salía de un aljibe. Quien lo viera recibiría una llamada tras la cual empezaría una cuenta regresiva hasta perder la vida, indefectiblemente siete días después. Una premisa que funcionó bien por ser la novedad, pero con el correr del tiempo fue modernizándose, de los VHS a los DVD’s hasta llegar a las redes sociales, que es donde nos sitúa esta nueva entrega. Pero ¿es más de lo mismo? Y… digamos que sí, aunque agrega dos nuevos elementos a la mitología: por un lado, las redes sociales que cumplen un rol fundamental en la trama y por el otro, que todo (al igual que los tiempos actuales) corre más rápido, siendo que la semana que uno tiene para luchar por su vida ahora se reduce a 24 horas. ¿Por qué los cambios y cómo podría morir? Son las preguntas que se van respondiendo con el correr de la trama en 100 minutos. Algo que agradezco en el género donde se cuenta lo justo y necesario. Ahora, ¿es necesario ver las tres entregas previas antes de adentrarnos en El Aro 4? Nunca está de más como para evaluar cómo evolucionó todo, pero no es algo realmente indispensable ya que, con una premisa bien fresca, esta historia tranquilamente podría sacar el sufijo numérico del título y actuar como una película independiente. Pero bueno, el poder del marketing es así. En definitiva, El Aro 4 es una película pasable que vi con muy bajas expectativas esperando ver más de lo mismo para, en cierta forma, superarlas holgadamente.