La saga derivada de Rocky (incluso con altibajos una de las mejores series cinematográficas de la historia, ad maiorem gloriam Stallone) suma otro capítulo ahora dirigido por su estrella. Una historia de barrio (ex amigos que se encuentran en el ring, con peligro para uno de ellos, con viejos rencores detrás y contextos sociales diversos) que termina con pelea espectacular, la fórmula funciona. Pero hay elementos que molestan un poco. Primero, que Sylvester haya dicho “no, esta vez dejá, hacela vos”. Segundo, que aquella sabiduría ingenua de la serie original donde la bajada de línea o era tan simplona que no molestaba (Rocky IV) o tan sutil que llevaba a la obra maestra (Rocky Balboa) aquí es un imperativo atado a la insoportable agenda woke. Y tercero, estamos esperando las trompadas y se nota la artificialidad de cada trompada. Tiene momentos donde el cine, ese arte del movimiento, impone sus reglas. Aunque por puntos, no por knock-out.