Sobrevivir sin Rocky Balboa
Estamos ante la tercera entrega de la franquicia de Adonis Creed, hijo de Apollo y discípulo del propio Rocky Balboa. Centrándose la historia en su personaje, vemos como se retira de su carrera pugilística para dirigir una escuela de boxeo y dedicarle mas tiempo a su familia. Todo parece machar sobre rieles, hasta que se presenta a su puerta Damian Anderson.
En un flashback, retornamos al pasado en donde Adonis y Damian eran adolescentes y amigos. Damian tenía un futuro promisorio como boxeador, y Adonis era su fiel ayudante. Ante un hecho desgraciado con un tal León, a Damian lo meten preso… por varios años. Una vez que sale de la cárcel decide ir a buscarlo para pedirle un favor muy especial: quiere que Adonis lo ayude a pelear por el titulo mundial de peso pesado. Quiere concretar su sueño.
A pesar de no ser profesional y su edad, Adonis se siente en deuda y le consigue la anhelada pelea. La misma sucede de manera un tanto sucia, Damian gana y saca a relucir todo el rencor acumulado. La única manera de detener este torbellino es en el ring, por lo que Adonis recoge nuevamente los guantes y reta a su antiguo amigo.
Es sin dudas un relato clásico, emotivo y deportivo. El culebrón se vislumbra, al igual que la premisa de que todo se logra con humildad, esfuerzo y tesón. Un cliché dinámico que retrata el mundo del boxeo, en donde adrenalina se combina con la pasión y el sudor. Un debut bastante digno de Michael B. Jordan como director, quien intenta mantener viva la franquicia sin la existencia física (y simbólica) de Rocky Balboa.