Qué más de lo que suele tener puede presentar una película que se centra en un (ex)boxeador, que ya ha ofrecido no una sino dos sagas. Hablamos de la original, Rocky, y de Creed, que con el estreno de hoy va por su tercera película. Y seguramente habrá más combates en el cine.
Bueno, esta Creed III tiene a su protagonista, Michael B. Jordan, también debutando en la dirección. Y a la pregunta del comienzo, qué puede aportar una más a la saga, el artista ha respondido con todo. O, mejor, con mucho, que no es lo mismo.
Porque el guion, en el que participa Ryan Coogler, director de la primera Creed y de las dos Pantera Negra, tal vez abarque demasiado. Y no hablamos de las líneas temporales: hay muchos personajes con sus historias a cuentas y Jordan se preocupa en 116 minutos de darle espacio a todas ellas.
Una es troncal, y tiene como protagonista a Damian “Dame” Anderson (Jonathan Majors, el nuevo malvado de Marvel, visto en Ant-Man And the Wasp: Quantumania). Amigo desde chico de Adonis Creed, al extremo de que el más pequeño se escapa una noche de su casa para acompañarlo en la pelea en Los Angeles, donde viven, de los Guantes de Oro. Está claro que Damian ansía ir por más, sueña con el título mundial.
Los seguidores de la saga saben quién lo obtuvo (Creed, hijo de Apollo Creed, el que le ganaba a Balboa en la primera Rocky) y, sino vieron el trailer, igual pueden oler que correrá sangre en un ring, y será de los dos amigos en un futuro que será el presente.
Así como la historia de Damian se va descubriendo de a poco -hubo un confuso episodio esa misma noche, y terminó preso por 18 años-, cuando Damian sale de la cárcel se encuentra con Adonis.
Cuentas pendientes
¿Vieron que hay gente que tiene cuentas pendientes? Bueno, va de regalo que Adonis, que se ha retirado el ring, pero entrena una nueva generación, nunca lo fue a visitar a su amigo durante los 18 años que pasó su condena.
La película va, como de un round a otro, balanceando (o no logrando esa estabilidad) entre las diferencias de carácter y vida de Creed y Damian. Uno aprendió que el control es básico y fundamental. Otro entiende, y la vida lo ha llevado a eso, que la fuerza lo es todo, o casi.
Creed III es tal vez demasiado extensa, o se vuelve demasiada larga, porque abarca más de lo que aprieta. Tiene combates violentos, hay una muy buena coreografía en las peleas y hasta en los entrenamientos con los sparrings, pero también muchos personajes secundarios, que entran y salen, y lo que decíamos al principio: la hija, la esposa (Tessa Thompson) y la madre adoptiva de Adonis (que es hijo ilegítimo de Apollo Creed y su esposa lo adoptaba en la primera película), por ejemplo, tienen su subtrama.
Lo mejor es la química entre Adonis y Damian. Aquí hay dos muy buenos intérpretes con consignas precisas.