¿CAUSALIDAD O COINCIDENCIA?
El director de este documental nació en Crespo -provincia de Entre Ríos- (un municipio con 22.000 habitantes. Considerada la capital nacional de la avicultura) su apellido es Crespo y, actualmente vive en el barrio porteño de Villa Crespo.
En una de sus visitas a su lugar natal una inesperada situación acontece: su padre muere. A partir de ahí comienza la reconstrucción de esta película que inicialmente tenían considerado realizar padre e hijo, en donde la idea original era documentar la historia de Crespo y su actividad económica, la relación que los unía y sobre todo las vivencias del padre, un referente para el distrito.
El director reconstruye la memoria en un conmovedor bricolaje a través de fotos viejas, discos, el testimonio de la madre, diapositivas, estampillas, películas en súper 8; viajamos al pasado para conocer a su padre, y es con estos recursos dónde rompe la estructura del relato en una suerte de continuidad discontinua. La película no es cronológica, construye lo que quiere contar al mismo tiempo que se está realizando la filmación, siendo de gran atractivo esta búsqueda de objetos antiguos para acentuar los recuerdos.
De esta manera el trabajo es completamente emotivo. Por momentos, cuando intenta conformar un hilo conductor con un tema a tratar, el pueblo lo distrae y aparecen personajes como por arte de magia, como un fotógrafo de tumbas o un artista plástico que vive aislado del pueblo y del tiempo. Ellos dan testimonio de lo que hacen en el lugar, desarrollando de esta forma al Crespo pueblo, retornando luego a la búsqueda de la historia del Crespo padre.
Eduardo es quien va relatando -en off– lo que filma para situarnos en tiempo y espacio, pero no son muchas las palabras, hay más imagen y testimonio.
La continuidad de la memoria es no olvidar, mantener vivo el recuerdo de su padre, del pueblo que lo vio nacer, de los habitantes del lugar, y transitar el dolor de la perdida homenajeándolo de la manera que mejor pudo, realizando este documental. La muerte, a veces, golpea como un rayo inesperado que tenemos que aprender a enfrentar y, esta fue la manera que el director Eduardo Crespo encontró para sobrellevar su dolor.
Por Mariana Ruiz
@mariana_fruiz