La evocación del recuerdo
La memoria nunca funciona de manera lineal cuando se quiere recordar algo. Sino que se compone de fragmentos y porciones sobre distintos detalles para poder dar forma a un recuerdo que siempre termina siendo la representación caprichosa de lo que quisimos ver en ese momento. Es una dicha que nos ayuda a tapar los baches del olvido y al mismo tiempo nos obliga a pasar por alto el rigor de los hechos cuando dejamos atrás los criterios inocentes con los que mirábamos el mundo cuando éramos chicos.
Esta metodología tan compleja para revivir el pasado es la que hace sea tan complicado explicar un recuerdo; Y es la misma por la que Crespo (La continuidad de la memoria) se define como una propuesta que difícilmente se pueda descubrir fuera del ámbito de un festival, si no se está familiarizado con indie del cine argentino. Contando con un más que cálido recibimiento en el último BAFICI, su director Eduardo Crespo (Tan cerca como pueda, 2012) se las ingenia para concebir un documental – si es que no se le puede clasificar como ensayo – digno del género más asertivo para definir al cine como forma de expresión absoluta y genuina, dispuesto a la catarsis de temáticas como la infancia, la escuela, los padres, el lugar de pertenencia, y en definitiva la identidad constituyente en la que cada uno tendría un libro (o muchos) para contar con entusiasmo y dedicación su propia historia.
La ocurrente presentación del director al afirmar que se apellida Crespo, nació en Crespo (Entre Ríos) y que ahora vive en Villa Crespo (Buenos Aires), es lo que nos introduce al autodenominado experimento con el que intentará recorrer el pueblo en el que creció y sus orígenes. Una tarea que a simple vista parece un mero panfleto turístico de la ciudad con su tradición avícola y sus modestos atractivos, pero que no tardará en convertirse en la evocación del recuerdo de su padre como figura ilustre del lugar y modelo inalcanzable de admiración. Una relación primaria lo suficientemente fuerte y significativa para que se deje llevar emocionalmente hasta el punto de convertirse él en su propio objeto de estudio.
“Los hijos guardan secretos en el espacio y los padres en el tiempo”, sostiene Crespo mientras analiza con la cámara cada libro, adorno o foto familiar como si quisiera encontrar la esencia incompleta de su niñez, expresada a través del amor y el recuerdo de los que ya no están. De esta manera, el autor se analiza a sí mismo a partir de las imágenes y no al revés. Algo que también se ve representando, en tanto cada paisaje de la tímida geografía entrerriana testimonial del principio comienza a cobrar un sentido poético cuando se lo mira con los ojos del director.
Crespo (La continuidad de la memoria) es un viaje introspectivo que tranquilamente puede ser asociado con la mecánica caótica que utilizamos para armar el complejo rompecabezas de la memoria. Una serie de recuerdos confusos y sin estricta relación con los que aparentemente Crespo logra resignificar su genealogía, a la par que consolida su identidad como director.
Una fórmula interesante para comprender el pasado, presente y futuro de un individuo desde lo psicológico hasta lo cinematográfico.
Crespo (La continuidad de la memoria) se proyecta todos los sábados de junio y julio, a las 20hs, en el MALBA (Figueroa Alcorta 3415).