I am Wildling
La ópera prima de Fritz Böhm tiene un arranque que combina a la perfección lo siniestro con lo perverso. Un padre le narra a su pequeña hija una historia de terror sobre seres mitológicos que se comen niños en la oscuridad del bosque. Sucede que esa niña está encerrada en una casa en medio de una enorme arboleda prisionera de este señor.
Detrás de este intrigante comienzo Criaturas nocturnas (Wildling, 2018) vira en el segundo acto hacia la estudiantina con la clásica historia del salvaje –en este caso una niña pre adolescente- que debe incorporarse en sociedad. El mito de Tarzán en una chica que se enamora y le hacen bullyng para desarrollar de forma salvaje el universo femenino.
Pero la historia vuelve a virar hacia un relato mítico en el tercer acto, con la transformación física alejada del género de terror convencional para adquirir dimensiones existenciales. Ella empieza a encontrarse consigo misma y tiene que aceptar su origen monstruoso para, en el último acto, luchar por la supervivencia de su especie. De este modo la película se distancia del interesante inicio, se olvida el trillado desarrollo y se anima en la segunda mitad a surcar horizontes inexplorados por el terror.
Lo más flojo de la película es la desdibujada participación de Liv Tyler como la policía con rasgos maternales que la apadrina justo cuando varios la consideran peligrosa y tratan de encerrarla. La hija del cantante de Aerosmith se corre del rol que acostumbra interpretar y no es casual, porque la película explora el costado doloroso del mundo femenino: la niña le hace frente a los compañeros de colegio que la hostigan, a los hombres que la miran con asombro y hasta a su propio padre/tutor que no puede aceptar su condición, mientras experimenta las desgarradoras transformaciones en su cuerpo.
Criaturas nocturnas es una película atractiva aunque tenga desniveles en sus actos que no ayudan a considerarla de manera positiva. Sin embargo, cuenta con las virtudes de un cine independiente de exploración de la identidad y la sordidez del terror menos rutinario.