Criaturas Nocturnas: Un flamante engendro.
Llega un drama de terror fantástico a los cines argentinos que abarca referencias conocidas del género pero que presenta originalidades interesantes.
Una historia realmente cautivadora, mayormente hacia el final, trajo el primer largometraje dirigido y guionado por Fritz Böhm a quien habrá que seguir sus pasos. Este drama de terror fantástico nos entrega la historia de una joven llamada Anna, la cual tiene una infancia confinada.
Empieza como si fuera Room (2005) pero más directa, con un padre interpretado por un genial Brad Dourif que custodia a la pequeña Anna. Él le cuenta una historia a Anna sobre una especie de monstruo, el Wilding (Título original de la película) el cual es la razón de porque ella está ahí encerrada tantos años de su vida.
La película se enfoca más en el drama, relacionándose con el terror psicológico más que sustos y sangre. El comienzo es una elipsis constante de la hija creciendo por lo que vale aclarar que si no quieren ningún tipo de spoiler no deberían seguir leyendo, aunque igualmente el giro dramático se ve venir a lo lejos como un barco lejano acercándose a la costa.
Durante el film la trama no recorre más que a Anna (Una estupenda Bel Powley) teniendo visiones mientras intenta tener una vida “normal”, sin estar encerrada. Siendo rara a veces, como si tuviera una mutación a lo X-Men escuchando cosas bastante lejanas. Estos cambios en su manera de ser los vemos con situaciones clásicas de una joven adolescente en Estados Unidos, con detalles antes vistos; fiestas en donde va la protagonista a sufrir la socialización obligatoria que otorga el mundo real, los bullys que molestan a un joven, en este caso hermano de la Alguacil Ellen (Liv Tyler) que rescata a Anna, y la relación dificultosa de Anna con él y demás particularidades que refieren a Carrie (1976) pero sin lo sangriento. El ritmo del film quizá sea algo lento por momentos, con un misterio bastante predecible, pero que luego al ser revelado el secreto que cubre la oscura niñez de Anna, las circunstancias que suceden resultan bastante originales.
Como mencionamos, algo a rescatar es que sea la primera película del director, pero además hay que resaltar a la espectacular actriz Bel Powley como Anna, mostrando varias facetas con sus ojos gigantes expresivos, y compromiso con su personaje, habrá que seguirle el rastro como buen lobo cazador. También tenemos a Liv Tyler siendo Ellen, la alguacil que acompaña y ayuda a Anna, con ese tono tranquilizador pero cansino, a lo Arwen en El Señor de los Anillos. Y además al mencionado Brad Dourif como “Daddy”, el cual aparece al principio y hacia el final del film, pero cuando lo hace no queda para nada mal parado.
El director no parece estar enfocado en el terror o lo gore de diferentes situaciones sino más bien en la adaptación de la joven Anna al mundo, a su cuerpo, y lo que le pasa, vinculado a la traumática niñez que tuvo. Ella es la que se destaca, ella es por la que vale la pena darle una oportunidad a este film, con su evidente y destacado arco de transformación.
A pesar de tener efectos especiales malos que no molestan tanto, posee un maquillaje aceptable que acompaña la parte final del film lleno de originalidad que aumenta el ritmo denso que tuvo en el segundo acto de la película. Con un desenlace digno de poseer secuelas.