Criaturas nocturnas tuvo la buena intención de hacer algo diferente con el cine de terror pero su ejecución resultó fallida y es una lástima porque la trama tenía potencial.
En esta producción el director Fritz Böhm propone una fusión de géneros similar a lo que hizo Neil Jordan en su obra maestra, En compañía de los lobos (1984).
Una película que tuvo la originalidad de brindar un coming of age femenino dentro del Dark Fantasy, que tomaba elementos de los cuentos de hadas y el horror gótico.
En ese caso la trama adaptaba una versión más oscura del relato de Caperucita roja, donde los elementos fantásticos se trabajaban como una simbología del despertar sexual de la protagonista.
La película de Böhm amaga en un comienzo con desarrollar esta propuesta por el mismo territorio y la primera media hora donde se presenta el personaje principal es muy buena.
Hasta ese momento el film cuenta con una sólida interpretación de Bel Powley y la participación de Brad Dourif, la clásica voz de Chucky, el muñeco diabólico, quien nunca decepciona aunque trabaje en roles secundarios.
La labor del director sobresale en el primer acto cuando establece la agobiante realidad de una chica de 16 años, quien pasó la mayor parte de su vida encerrada en un ático y de repente se ve obligada a tener que adaptarse a la sociedad.
La exploración de la angustia adolescente y el despertar sexual, sumado a las habilidades sobrenaturales que adquiere la protagonista durante su desarrollo en la pubertad, construyen una película interesante.
Cuando Criaturas nocturnas apuntaba a brindar un buen espectáculo, el tono de la narración del director cambia abruptamente, de un modo desconcertante, a una trillada historia de monstruos, y el film se vuelve mucho más tonto.
El coming of age con elementos de fantasía se desecha a la basura y nos encontramos de la nada con una propuesta absurda y sangrienta que arruina el desarrollo que había tenido el rol de Bel Powley.
Queda la sensación que editaron dos películas que no tenían nada que ver entre sí en un mismo relato y el resultado final es decepcionante, ya que no hay un desarrollo orgánico entre la exploración de la sexualidad femenina de la primera parte y el desquicio bizarro del acto final.
Una Liv Tyler anestesiada, como si estuviera aburrida de actuar en este film pese a que es la productora, y efectos digitales lamentables terminan por sepultar una historia que había tenido un comienzo prometedor.
Criaturas nocturnas se deja ver en la televisión, si no tenés algo mejor que hacer, pero no la recomendaría para pagar una entrada al cine.
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