Noredin (Fares Fares), protagonista absoluto del film, es un detective de El Cairo que, por conexiones familiares y políticas, tiene un promisorio futuro dentro de la policía local. Duro en sus modos, implacable en su accionar, este (anti)héroe acepta formar parte de una fuerza corrupta en todos sus niveles y estamentos, que además vive sometida a los dictados de los poderosos de turno y del control de los organismos de inteligencia.
Cuando le toca investigar el asesinato de una hermosa joven en el hotel Nile Hilton al que alude el título original (un caso que tendrá múltiples alcances y ramificaciones), sus aparentes seguridades, certezas y convicciones empezarán a tambalear. La aparición de una seductora cantante con la que tendrá una relación íntima, las presiones de sus superiores y el enfrentamiento con un poderoso empresario y político lo llevarán a convivir con un riesgo impensado hasta entonces.
El film -que remite por momentos a Barrio Chino, de Roman Polanski- maneja códigos, personajes, elementos visuales y conflictos propios del film-noir clásico, pero Saleh va todavía más allá e intenta conectar (no siempre con igual eficacia y en algunos pasajes incluso de manera forzada) los hechos -inspirados muy libremente en un caso real ocurrido en 2008- con el trasfondo social de las fuertes protestas y masivas movilizaciones de la Primavera Arabe de 2011.
De todas maneras, el director construye una narración sólida y atrapante, con una acumulación de situaciones que llevan a una confabulación cada vez más grande y un tono paranoico que lo convierte en un más que valioso exponente de género. Así, su estreno comercial constituye una auténtica rareza para el mercado local.