El género, y gracias al género. Al policial. Noir, neonoir, con algo del feeling del polar francés. O sea, ya se le agregue el neo o la variante gala, estamos hablando de noir, de policial negro, de un relato con códigos precisos. Y este más que bienvenido policial negro es un exponente egipcio pero sin producción egipcia. Su director nació en Suecia, pero es de familia egipcia y conoce El Cairo, o al menos nos hace creer que conoce la ciudad, y eso es lo que importa: reglas del género aprendidas y exhibidas con convicción. Las calles son transitadas por el protagonista, averiado y progresivamente cascoteado: el detective Noredin se maneja con prestancia, con sus corrupciones de no tan gran escala. Esas escalas mayores están, sobre todo porque así es el policial negro, en los círculos más elevados de poder. Estamos en los días finales de la presidencia de 30 años de Hosni Mubarak, es decir que estamos en los primeros meses de la Primavera Árabe. Y Noredin empieza a investigar un asesinato de una cantante en un hotel lujoso, pero casi nadie quiere que esa investigación avance. El relato, comandado por Tarik Saleh, pone los acentos en los lugares correctos: en el carisma del protagonista, en el clima que lo llevará a diversos dilemas y en muchos otros elementos que ennoblecen sobriamente la cartelera de esta semana.