Crimen en el Cairo: Un noir egipcio con sabor argentino.
Basada en hechos reales, una deliciosa ficción que coloca a un corrupto oficial encargado de resolver un misterioso asesinato mientras el país se encamina a las protestas civiles más importantes de su historia reciente.
Crimen en el Cairo ya resulta una experiencia ajena a nosotros al tratarse de una colaboración entre Suecia y Egipto, pero aunque los símbolos de los créditos introductorios nos indiquen lo realmente lejana que resulta la cultura egipcia, inmediatamente esta ficción basada en hechos reales encontrará muchas maneras de resultar demasiado familiares para nosotros en Argentina. Es complicado de transmitir de forma simple, especialmente si uno cuida los ejemplos para mantener íntegros muchos de los detalles que forman algo tan especial, pero este es un trabajo con bastantes paralelos al cine nacional en su mejor forma. Sacando que trata hechos históricos estrictamente egipcios, llegaría al punto de decir que para hacer una remake argentina bastarían cambios mínimos. Para ver esto claramente basta con sentarse a verla, y afortunadamente vale la pena hacerlo.
Una joven es asesinada en la habitación de un lujoso hotel, y pronto el oficial a cargo del caso se irá dando cuenta que poco les interesa a sus superiores que el mismo sea resuelto. Usando como disparador un crimen real y utilizando el marco de la protestas revolucionarias que tuvieron lugar en Egipto durante el 2011, es una historia ficcional que se asegura de retratar fielmente un país a punto de hacer ebullición utilizando una trama neo-noir que de a poco va mostrando la extensión de sus secretos.
Es un mundo sin demasiada cualidad cinematográfica o hollywoodense, aunque tenga su apropiada porción de calidad técnica. Se trata de un relato que se siente brusco, sucio en el mejor sentido y cuya producción logró imbuir con una personalidad muy fuerte. Distintivamente literaria, como directo de una novela de detectives poco escrupulosos. Pero es mucho más que eso, un mundo con todas las bondades de una ficción con la profundidad necesaria para llegar a disfrutar incluso de los pequeños detalles pero que refleja fielmente un momento en la historia reciente de un país con heridas que nunca terminan de sanar.
Se nota un esfuerzo consciente del guion y la dirección de mantener toda secuencia lejos de lo estático. Aún cuando nuestro protagonista llega a su casa para cenar solo esta acompañado de una televisión cuyas noticias nos adentra más en la realidad de Egipto en 2011. Ni siquiera los planos desde el interior de un vehículo se salvan de algún tipo de detalle que sirva para desarrollar (aunque sea mismamente) el mundo de la cinta, por ejemplo es raro ver uno de ellos que no muestre a personas cruzando mal la calle o con algún incidente casual que ocurre en la vereda. Los pequeños detalles abundan, y aunque en ningún momento descanse demasiado en ello, el film tiene un cuidado visual acorde con el trabajo en animación que venia realizando hasta ahora su director Tarik Saleh.
Cada escena busca transmitir un mundo que se encuentra vivo y constantemente en movimiento, contrastandose con muchos trabajos de un noir más clásico dónde muchas secuencias se contentan en llenar largos momentos de silencio con su protagonista acompañando la soledad de su oficina solo con el humo de su cigarrillo. Aunque el protagonista en este caso este tan decidido a destrozar sus pulmones como todo detective clásico, sabe acompañarlo con un poco de todo. Lo más destacable de esta trama no tan especial es que fue construida alrededor de eventos reales pero cuenta también con suficientes condimentos como para interesar incluso a los menos interiorizados con el género, aún cuando los fanáticos del mismo sepan encontrarle algo más de gusto al film.
El actor Fares Fares posee una postura fotogénica envidiable que crea inmediatamente un protagonista digno del género, con pocas palabras que dicen muchas cosas. Aunque sin dudas es este protagonista lo que convierte al film en un trabajo definitivamente noir, la historia esta repleta de elementos que, con su debido giro exótico, se encargan de cumplir excepcionalmente todos los requisitos necesarios: femme fatales, jóvencitas en aprietos, traiciones, poderosos que sirven como obstáculo, cigarrillos en la oscuridad e incluso un trasfondo de complejidad sociopolitica que le da a todo una textura por demás rica en detalles.
Por demás curioso es que el extraño humor que de a poco se va tornando más oscuro y menos gracioso mediante avance la cinta, junto a la dinámica social retratada, dota a la realidad presentada con un carácter ineludiblemente similar a lo que idealmente encontramos en el cine nacional. Crimen en el Cairo es una producción egipto-sueca que tiene mucho más que ver con Argentina que con Suecia. Un mérito fascinante que termina de cerrar una fuerte recomendación, sustentada definitivamente por tratarse de un sólido policial que realiza exitosamente la difícil tarea de servir como un recuento histórico y un ejemplo perfecto del cine neo-noir.