El director sueco de origen egipcio Tarik Saleh ofrece en su tercer filme una panorámica de un tema universal como es la corrupción, la impunidad y sus daños colaterales. El realizador eligió el policial negro para narrar una historia que comienza con el crimen de una cantante en un hotel cinco estrellas de El Cairo. El relato de las razones de esa muerte y otras sucesivas acompañan al surgimiento de la Primavera Arabe, hecho que en el filme ocurre en paralelo y que se sugiere desde el inicio, primero con breves indicios, hasta la explosión final.
Saleh, que reveló que la inspiración para el filme le llegó a raíz de un hecho real, muestra sin golpes bajos un episodio violento y complejo que involucra a todos los estratos sociales y los espacios de poder, tanto empresarial como gubernamental. Sin embargo, el director se ubica en un punto intermedio y deja que el espectador juzgue las acciones de los personajes. Inclusive el protagonista, Noredin, un detective con varios de los rasgos del género -duro, solitario, parco- es parte de un sistema que el director describe como corrupto y en el que las reglas las dictan el interés de unos pocos. Pero una nueva muerte determina que Noredin cuestione todo lo que consideró normal hasta ese momento y decida enfrentarlo.