No le falta ambición a Sebastián Schindel, sus documentales y sus films de ficción mostraron oficio y búsqueda de temas y estilos. En Crímenes de familia, sin embargo, parece caer en la trampa de un cineasta novato, cosa que no es. Muchos temas, demasiados, se agolpan y se molestan entre sí, volviendo lo que debería ser un drama intenso en un desfile de cosas serias e importantes, en un tono grave, sin solución de continuidad.
Hay deseo de realizar un guión inteligente, pero lo mencionado anteriormente interrumpe más de lo que suma. El rol principal es el de Alicia (Cecilia Roth interpretando al personaje con más lugares comunes del año), una mujer de clase media alta que vive en Recoleta junto a su esposo Ignacio (Miguel Angel Solá), su empleada, Gladys (Yanina Ávila), y el pequeño hijo de ésta. El hijo del matrimonio, Daniel (Benjamín Amadeo), es un permanente problema para ellos, con antecedentes penales y con un nuevo conflicto en puerta.
La película trabaja en dos líneas temporales y dos juicios. Uno es de la ex esposa de Daniel, Marcela (Sofía Gala Castiglione), quien lo acusa de actos de violencia. El otro, irá mostrándose poco a poco y encierra el mayor drama del film, aunque ambos de alguna manera están conectados. La película está narrada de forma prolija y eficaz, el director sabe lo que hace y no puede decirse que se equivoque. Lamentablemente la historia se derrumba en las bajadas de línea, actuaciones que atrasan cuarenta años y un personaje particularmente lamentable, como la psicóloga interpretada por Paola Barrientos, que parece un corto institucional en medio de la película. Momentos muy por debajo de lo que el mismo director ha sabido mostrar en sus anteriores películas.