Entre la política y lo policial
Algunos afirman que el comunismo tenía muy buena prensa, pero no todos saben la hambruna y la cantidad de muertes que provocó en algunos pueblos, mientras Stalin imponía su regimen.
En esta historia, un pequeño que perdió a sus padres en una de esas hambrunas, es criado por un jerarca ruso, que lo rebautiza Leo, y lo convierte en un soldado. Con los años, el niño termina siendo considerado un héroe durante la toma de Berlin en la segunda guerra mundial.
Leo llega a ser un agente del Servicio Secreto de la Policia Soviética. Días después de que un ahijado suyo es asesinado, se lo envía a decirle a la familia que fue un accidente, ya que “en el paraíso no hay crímenes”, como decían los soviéticos. Al mismo tiempo, es obligado a espiar a su propia esposa. Cuando Leo no la denuncia, son enviados a un sobrío lugar en el que descubren que este pequeño ha sido el número 44 de la cantidad de niños asesinados.
“Crimenes ocultos” es un film que mezcla demasiado la política con lo policial sin definir si es solamemnte la denuncia, que pocos hacen, sobre los primeros años del comunismo. Este vaivén entre la política y los crímenes, saca el eje al espectador, logrando que no tome interés por uno u otro aspecto de la historia.
La película podría ser excelente, por sus grandes actuaciones y su buen ritmo, pero falla en la indefinición de género.