En el último día antes de su jubilación, el profesor de filosofía Walter Zarrow es atacado en la calle mientras camina a su casa, con un ramo de flores bajo el brazo. Desesperado, toca varios timbres de un edificio de apartamentos pidiendo auxilio. Baja a ayudarlo Sam, un hombre que está pasando la noche con su amante mientras su esposa e hijas creen que está de viaje de negocios en China. Cuando llega a la calle, Zarrow está gravemente herido; y no sólo eso, sino que también hay otro cuerpo tirado en la calle. Con sus últimas fuerzas, el profesor le pide a Sam que le entregue las flores a su esposa, para así no romper una tradición de más de treinta años.
De esta manera comienza Crímenes y Virtudes, la nueva película escrita y dirigida por Tim Blake Nelson. Retrocediendo en el tiempo, conocemos las historias de Zarrow, Sam y sus respectivas familias. Así conocemos a la esposa de Sam, que resiste las ausencias sospechosas de su marido con numerosas copas de vino; a una de las estudiantes de Zarrow, que sufre de una depresión que la lleva a cortarse; al hijo y nuera de Zarrow, quienes lidian con una posible enfermedad terminal, y a sus hijos adolescentes que no tienen la menor idea de lo que les sucede a sus viejos, mientras que se preocupan por el sexo y las drogas.
Como verán, pasan un montonazo de cosas en esta película, las clase de historias que se encuentran más en novelas que en filmes. Esa es claramente la intención del autor, pero el director y escritor, más conocido por ser "el chabón de O Brother Where Art Thou? que no era George Clooney ni John Turturro", no llega más allá de eso. Digamos que la pega en el travesaño, y aunque éste sea el país en el que Higuaín es enemigo público #1, eso medio que alcanza.
La mayor virtud de esta película son las actuaciones. Siendo el director un respetado intérprete, no es una sorpresa que el elenco se luzca incluso en aquellas secuencias donde el material se queda corto. Tenemos a Corey Stoll, el malo de Ant-Man, haciendo del esposo infiel; a Glenn Close haciendo de la esposa de Zarrow, en unas pocas pero perdurables escenas; a Kristen Stewart realmente luciéndose como la estudiante depresiva; y en la actuación más destacable del film, a K. Todd Freeman interpretando a Joe, un adicto al crack que resulta ser el otro hombre herido en la escena del comienzo.
Crímenes y Virtudes (cuyo título original es Anesthesia) trata sobre las decisiones que tomamos sobre una vida más allá de nuestro control. Un tema complicado para cualquier director, y Nelson no llega a ningún punto nuevo o concreto sobre él. Todos los personajes del filme hablan como si tuvieran un posgrado en filosofía, lo cual sólo es cierto para dos de ellos. Incluso una nena de catorce años le recrimina a su madre por ahogar sus penas en alcohol como si fuera una fucking psicóloga. Es como si el director se hubiera preocupado más por sonar inteligente que por decir algo inteligente.
Pero como dije, el fuerte de esta película, que en menor o mayor medida la salva, son los actores. Y aunque yo no entienda una sola palabra, no me disgustó para nada escuchar a Sam Waterston mandarse un discurso sobre metafísica de cinco minutos. A cada uno lo suyo, supongo.
VEREDICTO: 6.0 - EL LIBRO ES MEJOR
Crímenes y Virtudes es un drama que pega más para "Tarde de Sábado en la cama viendo Netflix" que para "Gran obra del cine mundial", pero afortunadamente un excelente elenco la sostiene hasta en sus momentos más pretenciosos. Y no, no está basada en ningún libro; Tim Blake Nelson la escribió toda él solito