Nada de poner la otra mejilla
Basada en el conflicto sucedido en 1917 en México entre el por entonces presidente Calles y la Iglesia católica, Cristiada (Greater Glory: The True Story of Cristiada, 2012) es una esquemática súper producción mexicana con cuanta estrella latina deambula por Hollywood, con el fin de recrear el suceso histórico.
En 1917 el presidente mexicano (Rubén Blades) pretende quitarle la autonomía a la Iglesia católica. El conflicto se agrava con la persecución y asesinato de curas y obispos. Grupos armados autodenominados cristeros, le hacen frente al ejército promoviendo la Guerra Civil de la década del ‘20. Los cristeros recurren a la ayuda del general retirado Enrique Gorostieta Velarde (Andy Garcia) para que conduzca a los rebeldes y tras el grito de “Viva Cristo Rey” desarrollen una cruenta lucha armada.
Cuando cinematografías no acostumbradas a las súper producciones de época realizan una película de tal magnitud, el resultado es un film de narración clásica, correcto técnicamente y sin lugar para la ambigüedad. Esto mismo sucede con Cristiada, la película más cara del cine mexicano, que se limita a representar el conflicto desde el punto de vista religioso (la película abre con mensajes proféticos sobre el cielo), sin ningún tipo de traspié formal o profundidad autoral.
Sin embargo, Cristiada vale en cuanto al conflicto histórico que representa. La Iglesia católica siempre estuvo presente en los gobiernos latinoamericanos (para bien y para mal) y poco se sabe al respecto en la historia oficial. Por más parcial que sea la película, al hacer paralelos entre libertad y libertad de culto, importa por su representación de un conflicto vedado.
Habría que preguntarse los motivos por los cuales la religión tiende a realizar películas que enarbolen sus causas. Secretos de pasión (There Be Dragons, 2011), que iba a estrenarse el año pasado, era afín al Opus Dei y ni hablar de la camada de películas con tendencia evangelista que cada tanto lanza la cadena Cinemark en Argentina.
Volviendo a Cristiada, es una película que se sostiene sólo por el retrato histórico que narra, ya que el desarrollo dramático de sus personajes, la estética (desde la iluminación hasta los decorados) es tan falta de matices que termina por carecer de atractivo.