Es una comedia deliciosa, inteligente, romántica a pesar de las convicciones de los personajes. El realizador Emmanuel Mouret demuestra un gusto refinado, con inteligentes observaciones tanto en la realización como en el guión. Se trata de la historia de una relación pasajera como indica su tÍtulo original: Para retratar los vaivenes de un amor efímero se basa en la personalidad de la mujer protagonista, segura de sus deseos, independiente, gustosa de disfrutar de una relación sin compromisos, destinada a ser sexual, apasionada y sin futuro. Para la personalidad del hombre, eligió a alguien que de entrada aclara que no va a dejar a su esposa y que se deja llevar por el ímpetu de ella, que tomó la iniciativa. Lo cierto es que aunque marcaron cuidadosamente los límites de lo que los une, se los ve cada vez más íntimos, cómodos, compartiendo no solo el mejor sexo, sino también paseos, películas, libros, los mismos intereses. Todo el tiempo que pueden, esta madre soltera y este hombre con familia, la pasan juntos. Lo notable es que se niegan a comprender que están enamorados y que el deseo de independencia, especialmente de ella, los condena a no tener futuro. Así de ciegos pueden ser los humanos. Los actores son geniales, Sandrine Kiberlain se deja llevar por el tono de comedia y Vincent Macaigne es un galán melancólico, el seductor menos pensado, entre ellos una química perfecta que hace llegar su magia al espectador.