Cruella

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Sobredosis de cool. Es cierto: no todo lo que hay en Cruella tiene sentido – mucho menos, no encastra ni con la mitología asociada a la icónica villana ni con la historia de 101 Dálmatas -, hay problemas de ritmo y a veces la banda sonora desborda de canciones pero, rayos, ésto está hecho con gusto. El elenco es delicioso, las protagonistas devoran sus papeles con placer, el diseño de arte es genial, la reconstrucción de época es impecable… y todo es una gozada. No, no va a revolucionar ni la historia del cine ni es el filme mas original del mundo – este es un pastiche que podría resumirse como Harley Quinn se viste de Prada – pero, así como está, es glorioso. Lo de la Stone y la Thompson es digno de un aplauso de pie y, para Disney, es lo mejor que ha hecho desde que comenzó la pandemia.

No, no soy un iconoclasta; de hecho, creo que solo vi una vez en mi vida la versión animada de La Noche de las Narices Frías (otro tanto con la versión live action con Glenn Close) y ni siquiera recuerdo tanto de qué va la historia – algo sobre una loca despellejando dálmatas para hacerse un abrigo fashion -. Es por eso que, si Cruella me miente en la cara, no me siento ofendido ni me rasgo las vestiduras. A esta altura sólo quiero un buen espectáculo y Cruella me lo da. Ok, ahora la moda viene por el lado de redimir a las villanas Disney como anti heroínas – con Maléfica me llevé una enorme sorpresa – y ahora es el turno de la sicópata bi color. Y como ocurría con Maléfica y la Jolie, acá la Stone se devora el rol con fritas y aderezo a gusto. Es obvio: ¿cuántas veces en la vida te toca interpretar a un personaje mas grande que la vida misma?. Pero lo de Stone no es simplemente una caricatura: es la Stone gozando con los tics, las manías, los razonamientos retorcidos y las locuras de su personaje. Ella, la gran diva de ojos enormes, pelo rojo y voz aguardentosa, se regodea como loca yendo de víctima a victimaria, pasando por todos los estadios posibles y, sí, cayendo de vez en cuando en la caricatura pero… ¿qué otra cosa esperábamos?. ¿Acaso una interpretación tibia o sutil de un personaje famoso por su icónico desquicio?.

La manera para transformar a Cruella en anti heroína es simplemente darle una historia trágica de origen. En la típica tradición Disney, la madre de Cruella muere en los minutos iniciales. La chica – que nació pasada de rosca y con el pelo bi color – se ve obligada a convertirse en una vagabunda y sólo evita la segura muerte en las calles al asociarse con un par de ladrones palurdos mas inofensivos que el pan. La química de los tres es gigante (Joel Fry es una especie de hermano mayor / amor platónico que devuelve la chica al mundo real mientras Paul Walter Hauser es el comic relief de corazón de oro). Esta familia improvisada apoya los sueños de la chica, así que le consiguen una oportunidad en una casa de moda ya que el diseño de alta costura es su pasión. Claro, esto la lleva a toparse con la Baronesa (Emma Thompson en modo Miranda Priestly a full – no es de extrañar ya que ésto viene de la misma guionista de El Diablo se Viste de Prada -) y pronto descubre que la muerte de su madre está vinculada con la mala leche de la Baronesa. Lo que es una guerra por un recuerdo familiar pronto se transforma en la revelación de una conspiración de consecuencias insospechadas.

Cruella es un filme excesivo pero demos gracias a Dios por ello. Es lo que precisa para funcionar. Así como los vestidos kilométricos de la Stone (en modo Cruella a full) te dejan con la boca abierta, este es un filme pensado para no parar nunca y deslumbrar siempre. Y por esa dinámica es que a veces agarra baches y pega repingos – como cuando la Stone entra en modo Cruella y empieza a portarse como una perra con los dos buenazos de sus hermanos de la vida, dos tipos que la apoyan a sol y sombra a pesar de los planes disparatados que pretende ejecutar -. O como encastran al final la versión terminada de Cruella con la historia de los 101 dálmatas que no tiene mucho sentido – es como si fueran dos personas realmente diferentes; una, vengadora y antiheroína y la otra una sicópata sangrienta y desalmada -. Idem con la venganza que concreta Cruella contra la Baronesa, la cual tiene tan poco sustento que mas vale verlo como un accidente del libreto para poder darle un cierre a la historia.

Aún con sus patinadas menores, Cruella es un espectáculo excitante. La Stone desborda de gracia en la comedia física – por momentos parece un cartoon de los Looney Tunes – y la Thompson, que parece mas recatada, tiene su cuota de momentos brillantes en la segunda mitad. Oh, si, éste es un filme que disfruté con ganas y que recomiendo con ganas porque su energía es contagiosa. Y si hacen una segunda parte – que no tiene lógica ni manera de encastrar ni siquiera con calzador entre esto y Los 101 Dálmatas – igual me gustaría verla, simplemente por regresar a pasar un rato en compañía de esta troupe de locos deliciosos, ladrones de buen corazón y sirvientes nobles, personajes atrapantes que sobresalen en una historia que podría haber sido lisa y llanamente un fiasco.