Cruella, el origen del mal
Ha llegado Cruella, que se estrena mundialmente de forma simultánea en la plataforma de streaming Disney plus (con premier Access) y en las salas de cine que se encuentran abiertas. En esta ocasión Cruella es una precuela, es decir una película de génesis de la villana y diseñadora de modas.
Por Denise Pieniazek
Esta crítica está dedicada a la memoria de Anahí García,
mi querida profesora de Vestuario (UNA, Artes Visuales).
Se ha estrenado una de las películas más esperadas de los Disney Studios para este año, Cruella (2021) protagonizada por la joven y talentosa Emma Stone. Cruella es una precuela que narra la génesis de una de las villanas más destacadas de Disney, Cruella de Vil. Por esta razón es pertinente recordar las relaciones intertextuales que posee con algunas obras previas. En primer lugar, la adorable animación de Walt Disney Animation Studios, La noche de las narices frías (One Hundred and One Dalmatians, 1961), es una transposición de la novela de Dodie Smith The Hundred and One Dalmatians (1956). En los´90 Disney Studios comenzó con las versiones live action de sus añoradas animaciones que han formado parte de la niñez de múltiples generaciones, así se realizó posteriormente 101 Dalmatas (101 Dalmatians, 1996) y su secuela 102 Dalmatas (102 Dalmatians, 2000), ambas protagonizadas por la magnífica Glenn Close en el papel de Cruella de Vil, quien en la versión actual participó como productora ejecutiva del filme.
Respecto a Cruella hay que reconocer que a diferencia de otras live action de Disney recientes que son una réplica plano a plano de las animaciones, esta versión cuenta algo distinto de sus predecesoras, justamente porque ya existían versiones live action de este relato y tenía que llevar a la pantalla algo distinto. En consecuencia, el largometraje en cuestión, es un viaje de autoconocimiento de la joven Estella devenida en Cruella, que logra construir el estatuto del personaje que se definirá a sí misma como “brillante, malvada y loca”. La película comienza con la voz off de Cruella (Emma Stone) quien narrará en primera persona los acontecimientos, es decir, que todo será bajo su punto de vista.
La ambientación de la película se sitúa en Inglaterra, respecto al periodo podría pensarse que, si bien comienza en 1964, es atemporal ya que hay una gran mezcla de estilos y objetos de distintas épocas como los automóviles o cámaras fotográficas, decorados, y lo más relevante aquí: el vestuario. Este hibrido resulta interesante, puesto que según avanza el relato encontraremos que algunos personajes poseen elementos sobresalientes de una determinada década histórica de acuerdo con la psicología de cada uno de ellos. De ese modo, mediante la secuencia casi inicial que presenta el conflicto del filme, en la mansión de La Baronesa (interpretada por la convincente Emma Thompson) la pequeña Estella/Cruella, una niña representada como rebelde con su look punk y calzada con unas All Star, se inmiscuye en un evento de élite ambientado como el rococó europeo. Contraste de estéticas que, salvando las distancias, remite a María Antonieta, la reina adolescente (Marie Antoinette, 2006), en la cual Sofía Coppola astuta y sutilmente colaba como transgresión unas zapatillas All Star color pastel entre los zapatos barrocos, para representar la juventud y el espíritu por fuera de la norma de la protagonista. Esta cuestión de la irreverencia y rebeldía de Cruella será sostenida durante toda la película, así como también la idea clásica del “artista-genio” a la par de la locura creativa concerniente a la tradición artística occidental.
Asimismo, un aspecto interesante de Cruella es incorporar al relato la representación de una familia compuesta por una “madre soltera” y su hija. Y también la expresión del no deseo de la maternidad por parte de otros personajes femeninos. Es decir que Cruella realiza una crítica a la institución familiar tradicional, proponiendo distintos modelos de familia, cuestión que cobrará fuerza en el desenlace del filme. Por otro lado, en sintonía con el recurso del cine clásico de utilizar un objeto que se destaca a través de planos detalle, un lujoso collar, trabajará por acumulación condensando todo el sentido dramático del largometraje y develando un gran secreto. Dicho elemento trabaja en sintonía con la carga dramática de la pérdida maternal, lo cual es propio del estilo melodramático de los clásicos de Disney Studios.
La película posee varias referencias directas a sus predecesoras tanto animadas como live action, que no resultan para nada forzadas, sino que se resignifican e integran de forma orgánica. Por ejemplo, el disfraz al pequeño perro de mapache que molesta al personaje antagónico, al igual que lo hacía un verdadero mapache al personaje de Glenn Close. Así mismo, la escena en que Cruella (Stone) maneja como loca, igual que las versiones previas o el justificar la presencia de los ladrones y secuaces de Cruella o incluir personajes como Anita y Roger. Al respecto, Anita en esta ocasión es interpretada por una actriz afroamericana con una caracterización propia del “black power” de los ´60/´70 (en contraste con los cánones de belleza blancos y rubios de las anteriores), en sintonía con el actual mensaje superfluo y supuestamente inclusivo que vienen reiterando los Disney Studios en sus producciones.
En adición, la “corrección política” actual también se evidencia en Cruella en el descarte de poner en escena el maltrato animal por parte de la protagonista. Incluso, una frase que era pronunciada por Glenn Close (1996) con malicia acerca de convertir a los dálmatas en prendas, aquí es pronunciada por Emma Stone como un chiste explicitado, que pone distancia de toda crueldad hacia los perros posible. Aquí los perros tienen un lugar especial que evidencia que los ideales y costumbres han cambiado.
En sintonía con lo mencionado anteriormente, hay que por fin mencionar cual es el problema entonces de Cruella a pesar de resultar una película muy entretenida que supera nuestras expectativas iniciales. La paradoja es que Cruella es una película de génesis sobre la villana, pero donde ella no es la malvada de la narración. La villana en Cruella es La Baronesa (Thompson), quien sí ha nacido mala y sin justificación aparente. Porque parece que en el cine actual hay una tendencia constante a justificar el accionar maligno de los personajes, cuya maldad radica o en una historia traumática previa o en la sociedad que los vulnera y empuja a eso. Esto es justamente lo que se construye de Estella/Cruella en esta película, al igual que se lo hizo previamente en Maléfica (Maleficent, 2014), incluso desde el diseño de los posters promocionales de ambas películas en donde preponderan el blanco, el negro y un poco de rojo. En consecuencia, parece que hay una tendencia de los Disney Studios de volver “buenas” a sus villanas más legendarias.
Finalmente, otra cuestión que se considera desafortunada de la película es la evidente y predecible utilización de las canciones de su soundtrack. Si bien son excelentes canciones que están colocadas acorde con los momentos que se desea enaltecer, este recurso constante resulta muy evidente. Incluso la poca originalidad al utilizar el tema “Smile” que es leitmotiv de Joker (2019) lo cual a estas alturas resulta en un cliché.
En conclusión,Cruella es una película recreativa y dinámica, con un gran despliegue visual en donde sobre todo se destaca el vestuario diseñado por Jenny Beavan (Mad Max: Fury Road, Anna and the King, Sense and Sensibility,Gosford Park, A Room with a View). Al respecto hay que mencionar que algunas prendas utilizadas por el personaje de La Baronesa remiten a atuendos que ha vestido Glenn Close en las dos versiones live action que protagonizó. Por último, atención espectadores en el desenlace, porque hay una escena extra en los créditos finales que funciona como gag, pero quizás también como enlace hacia una próxima entrega. Posiblemente por esta misma razón, la películade forma injustificada no termina de explotar el potencial maligno de la protagonista, que termina por dejar al filme como una carta de presentación de un personaje.