Disney sigue con su tendencia de rebootear, remakear, pasar a live-action o incluso hacer precuelas/secuelas de productos y fórmulas ya probadas con anterioridad. Algunas son directamente de películas o, en este caso, de personajes salidos de producciones cinematográficas. «Cruella», contra todo pronóstico, resulta ser una película bastante digna más allá de que si nos ponemos a pensar fríamente resulta innecesaria desde su concepción. Lo cierto es que, así como Warner decidió retratar los orígenes del «Joker», en el film de 2019 dirigido por Todd Philips (a modo de ejemplo análogo), Disney decidió probar un camino similar con una de las villanas más icónicas de las producciones animadas de la compañía del ratón.
El largometraje se centra en el personaje del título y en cómo fue que se convirtió en la despiadada villana de «101 Dalmatians». Para ello, el film se centra en la trágica infancia de Estella (nombre verdadero del personaje) y en como a temprana edad queda huérfana, teniendo que aliarse con dos chicos, Jasper y Horace, con los cuales subsiste realizando pequeños robos y estafas en la Londres de los años ’60. Luego la acción se traslada a los años ’70 donde Estella (interpretada por la histriónica Emma Stone) junto a sus dos compañeros (Joel Fry y Paul Walter Hauser) continúan con los desfalcos y los timos de poca monta en los cuales utilizan disfraces y el vestuario para pasar desapercibidos, confeccionados y diseñados por ella. Estella tiene el sueño de ser una diseñadora de alta costura y consigue un trabajo en un negocio bastante moderno de Londres, el problema es que nadie repara en ella y en su talento hasta que un día aparece la diseñadora más importante de la ciudad, la Baronesa (Emma Thompson), en el lugar y se ve deslumbrada por su enorme potencial. Inmediatamente, le ofrece a Estella un empleo como diseñadora en su taller y así comienza a hacerse realidad el sueño de la joven huérfana. No obstante, la Baronesa tiene planes malvados y esconde oscuros secretos que llevarán a Estella a convertirse en Cruella para enfrentar a esta antagonista implacable que demuestra ser despiadada debajo de su disfraz de falsa modestia, narcisismo y arrogancia.
En esa lucha entre ambas es donde el film juega una especie de paralelismo con «The Devil Wears Prada» (2006), que desemboca en un duelo actoral inspirado entre Thompson y Stone. Asimismo, no es de extrañar que la dirección haya caído en manos de Craig Gillespie («I, Tonya») que le imprime un estilo similar a la narración al que empleó en la biopic de Tonya Harding. Gillespie demuestra su pericia para retratar a esta anti-heroína, humanizando su aproximación, pero sin condescendencia. El problema del film recae principalmente en su larga duración (134 minutos) con un segundo acto innecesariamente extenso que hace que la obra entera tenga un problema de ritmo, aun cuando en líneas generales termina funcionando y llegando a buen puerto.
Una de las cuestiones más atractivas del relato es su calificación PG-13, lo cual resulta peculiar para un film de estas características, cuya justificación radica en que es bastante más oscura, violenta y osada de lo que uno puede a llegar a esperar de una película de Disney. Esto no es necesariamente negativo, sino todo lo contrario ya que el largometraje tiene un tono más audaz que otras producciones de la compañía.
Por otro lado, cabe destacar su extraordinario diseño de producción y también el vestuario que posee la película, la cual elevan su look visual dos o tres escalones por sobre la media de este tipo de productos. A nivel sonoro, también acompaña estupendamente el soundtrack no original del film que incluye canciones de los Rolling Stones, The Clash, Queen, Deep Purple, entre varios otros, que sirven para subrayar tanto el tono rebelde como aggiornado y diverso que abraza el opus de Gillespie.
«Cruella» es una película que, a pesar de no ser realmente novedosa, logra contar una historia atractiva, con buenas interpretaciones y una estética visual alucinante. Un film que se sobrepone a sus fallas por una cantidad igual o mayor de inesperados aciertos.