Emma Stone y Emma Thompson se sacan chispas
El realizador Craig Gillespie (Yo, Tonya) pone a jugar, a medirse, a divertirse, a brillar, a Emma Stone y Emma Thompson en una nueva adaptación del clásico e icónico personaje Cruella De Vil.
Cruella (2021) impulsa hacia los extremos la plasticidad de la pantalla e impone una narrativa lúdica, ecléctica, que potencia sus premisas y su espíritu de videoclip.
En el arranque conoceremos a una joven Estella (Tipper Seifert-Cleveland), sufriendo algunos contratiempos por ser “diferente”. Pero rápidamente la acción nos la muestra empoderándose y sufriendo, únicamente, por la pérdida de su madre. Luego el Londres de los años sesenta, trepidante, un hervidero de gente, en donde conoce a sus leales amigos Horacio y Jasper, con los que formará una nueva familia con el hampa como fundamento.
Corte a, Estella adulta, asumiendo su nueva y más particular personalidad, la de Cruella (Stone), encarando el sueño de su vida, dedicarse a la moda, diseñando vestidos y trajes de alta costura. Pero como claro, hay que explicarle al espectador que ese camino siempre está plagado de obstáculos, lo primero que consigue es un puesto en una gran tienda departamental, esas en donde los escaparates ofrecen objetos inaccesibles y la pulcritud del lugar debe ser primordial. Y claro está que allí se desempeñará como empleada de mantenimiento, limpiando baños, pisos, fregando y fregando.
Porque Cruella es un cuento de hadas, el cuento de hadas de una villana, por lo que en un momento de rebeldía y harta de las indicaciones de su jefe, destruye e interviene una vidriera, la que llamará la atención de la temible y vanidosa Baronesa (Thompson), quien la reclutará para sumarla a su ejército de diseñadores a Estella/Cruella, como asistente.
Lo que sigue, un sinfín de situaciones que expondrán lúdicamente el espíritu de cada uno de los personajes, de las capas psicológicas, de sus deseos, sus miedos, hasta que determinadas revelaciones potencien a Cruella hacia el lugar esperado por el público, una mujer segura de sí misma, decidida a ir hacia lo suyo, sin saber que el destino trágico, una vez más golpeará a su puerta para generar un giro vital para que este personaje tome más vuelo.
Gillespie, hábil, acompaña el derrotero de Estella/Cruella, con un espíritu punk anárquico flotando en la pantalla, con una potente y “colorida” banda sonora, que posiciona el relato y que desde las melodías también cuenta su parte y que entiende que su principal virtud radica en la plasticidad y expresión visual que pueda trascender el mero hecho de revisitar al personaje creado por Walt Disney.
Así, ofrece todo para que Stone y Thompson brillen, se debatan a un duelo mortal, en donde la moda, el glamour, la pirotecnia visual, son sólo la excusa para hablar de un vínculo clave en la vida, como lo es el de madre e hija, imperfecto muchas veces, inexistente otras, y que exige por parte de la sociedad bondad y cuidados, pero que cuando esto no se presenta como se le pide apunta con el dedo y reclama otra cosa.
Alejada de la versión de 1996 de 101 Dálmatas, en donde Glenn Close se apropiaba de Cruella De Vil con una caricatura que supo devolverle potencia al personaje, aquí Stone hace algo completamente diferente, logrando empatizar con sus raíces, sus motivaciones, sus miedos, y, principalmente, sus deseos, acompañada de un gran elenco de intérpretes (Joel Fry, Paul Walter Hauser, Mark Strong,Kirby Howell-Baptiste) que, junto a Thompson, proponen un juego entretenido, único y, principalmente, diferente.