Diego Rafecas había demostrado el año anterior, con Paco , su calidad para recorrer un submundo oscuro. Ahora, con Cruzadas , decidió tomar el camino de la comedia dramática, género que no es afín a sus posibilidades artísticas. Aquí enfoca a dos hermanas que se conocen en el velorio de su padre, un poderoso empresario mediático, cuyo holding ahora a está a cargo de Juana Pérez Roble (Casán), quien lo maneja con mano autoritaria.
Las vidas de Juana y de Camila (Guevara), ya reunidas, comienzan a tropezarse con personajes estrafalarios, con situaciones en las que impera el gusto más burdo para solucionar los conflictos. Los rubros técnicos y el resto del reparto se pusieron a disposición de una especie de historieta muy poco consistente salpicada con una picardía por momentos elemental, que no tarda en caer en la monotonía sólo salvada (y con esfuerzo) por Moria Casán y Nacha Guevara como las hermanas enfrentadas.