Cruzadas

Crítica de Diego Papic - Clarín

Guerra declarada entre hermanas

Diego Rafecas dirige a Enrique Pinti, Moria Casán y Nacha Guevara.

Hay que reconocerle a Diego Rafecas un talento: el de convencer a actores de primer nivel para que participen de sus películas y se expongan al papelón. Es inexplicable la presencia de Moria Casán, Nacha Guevara y Enrique Pinti en Cruzadas, un filme que pretende ser una comedia pero cuyos pocos chistes suelen ser de mal gusto y por lo tanto pueden provocar cierta indignación.

Pinti hace de dueño de un grupo mediático. Supuestamente tiene 96 años, aunque apenas está caracterizado como anciano y fuma porro (pareciera que para el guionista el humor pasa por ver a un viejo fumando porro; aparentemente no cree necesario escribir un gag). Moria es su hija, encargada de manejar el holding, y Nacha es su otra hija -no reconocida-, dueña de una bailanta. Cuando Ernesto muere se de-sata una guerra entre las dos por su fortuna.

Un chiste malo y de mal gusto es una combinación letal. Por eso el filme por momentos produce indignación. Ejemplo: el hijo de Moria (Gonzalo Suárez) es cuadripléjico; Nacha le dice: “Hola, soy Camila”; él contesta: “Hola, soy cuadripléjico”. Otro: la hija de Nacha (Chachi Telesco) canta Garganta con arena y cuando termina con “debajo de tu almohada /un verso te dejó” , levanta la almohada y saca un consolador. Esto, a pesar de que la escena intenta ser emotiva.

Hay más ejemplos, pero el más contundente de todos está al alcance de cualquiera: es el trailer, que se puede ver en YouTube. Quizás dentro de muchos años Cruzadas será una de esas películas bizarras como hoy son las de Emilio Vieyra. Es el mejor destino al que puede aspirar.