Las hijas de la discordia
El director de Paco, Diego Rafecas, explora la relación entre dos hermanas en esta comedia que intenta combinar la atmósfera de los films de Almodóvar con el mundo de la cumbia.
Juana Pérez Roble (Moria Casán) y Camila Lamónica (Nacha Guevara) son hermanas pero no lo saben y son hijas de Ernesto Pérez Roble (Enrique Pinti), el socio fundador de BA-News, un holding mediático. La primera es hija legítima y reconocida, y tiene un hijo discapacitado; mientras que la segunda, estrella de la bailanta en González Catán, es seguida por su hija (Chachi Telesco) en el mundo de la música.
Con este planteo de rivalidades, el realizador muestra un mundo artificial que se mueve por intereses económicos y otro, no menos ficticio, que juega con las ilusiones de sus artistas. Ambos universos son pesados en esta película que termina aburriendo a pesar de tener un planteo argumental interesante. Sobre todo, por la elección de sus intérpretes.
Con escenas de escaso vuelo, el humor colocado en primer plano pero nunca de manera efectiva, el relato acierta quizás en los números con música de Damas Gratis más que en el conflicto familiar que desata una herencia.
Moria presta su impronta y fuerte personalidad a su papel de ejecutiva, mientras que Nacha queda desdibujada en su rol de mujer del espectáculo. Por su parte, Enrique Pinti, con kilos de maquillaje para aumentar su edad, tampoco encuentra el tono adecuado para el personaje.
Entre caídas de rating; bandas de forajidos; un secretario (Willy Lemos) dispuesto a todo con tal de satisfacer a su jefa y un velatorio donde se derraman lágrimas de cocodrilo, Cruzadas resulta menos alocada y disparatada de lo que se esperaba.