Un trabajo menor hecho por un grande
Clint Eastwood es una leyenda viva de Hollywood. También es un personaje irreductible, capaz de estar activo y filmando a los 91 años. Todos pensábamos que “La mula” (2018) iba a ser su despedida de la actuación. Pero un año después volvió como director con la notable “Richard Jewell” y ahora está otra vez en pantalla con “Cry Macho”, un viejo proyecto que tiene en vista desde fines de los 80 y recién concretó en 2020, en plena pandemia. Basada en la novela homónima de N. Richard Nash, publicada en 1975, la historia de “Cry Macho” tiene muchos elementos que son propios del cine de Eastwood: la redención, la fortaleza, la violencia, las segundas oportunidades y, por sobre todo, un protagonista solitario, recio y con un pasado triste. Sin embargo, al igual que “La mula”, esta película tiene el sabor agridulce de un trabajo menor hecho por un grande.
Aquí Eastwood se pone en la piel de Mike Milo, un cowboy y criador de caballos que alguna vez fue una estrella del rodeo, pero que después de un accidente cayó en desgracia. Milo entra otra vez en acción cuando su ex jefe le pide un favor: que vaya hasta Ciudad de México y traiga de vuelta a Texas a su hijo de 13 años, Rafo, con el objetivo de alejarlo de su madre alcohólica.
Como el viejo cowboy se siente en deuda con su otrora patrón (después se verá por qué), se va hasta México y pone manos a la obra. Sin embargo, el adolescente en cuestión es un rebelde con causa, y el regreso a casa va a ser más difícil de lo esperado. “Cry Macho” cruza los códigos de una road movie con el western moderno, y su corazón está justamente en el vínculo que se va tejiendo entre ese anciano curtido y ese joven desconfiado.
El talento narrativo del director de “Los imperdonables” no se discute. El problema es que en “Cry macho”, por momentos, se confunde lo simple con lo esquemático y lo emotivo con lo cursi. Los personajes interpretados por los actores latinos, además, se presentan muy estereotipados, y el único personaje que vibra es el de Eastwood. Con una fragilidad física que a veces impacta, Clint Eastwood todavía tiene en pantalla una potencia indomable.