Nunca es tarde para aprender nuevos trucos
A sus 91 años, Clint Eastwood sigue haciendo historia volviendo a dirigir y protagonizar su nueva película.
La estrella del Western, Clint Eastwood, no se cansa de ser historia viva en la industria del cine y luego de un parate de dos años luego de su última película, se vuelve a sentar en la silla del director para adaptar la novela Cry Macho de 1975 escrita por Nathan Nash, en la que cuenta cómo un vaquero, interpretado por Eastwood, que supo ser una estrella de rodeo muy famoso en su época de oro se ha venido a menos por el lógico paso del tiempo y ahora cumple tareas menores en un rancho bastante olvidado. Este vaquero, Mike (Clint) termina siendo despedido por no poder cumplir las obligaciones mínimas que el lugar requiere, pero al cabo de un año su ex jefe lo convoca para ver si Mike puede resolverle para un último gran favor: cruzar la frontera a México en busca de su hijo. Con todas las implicancias que tiene el caso, Mike deberá afrontar un viaje en el que tendrá que sortear más de un escollo a los que a su edad, ya no estaba preparado.
A sus 91 años Clint Eastwood vuelve a ir contra la corriente hollywoodense de las historias mainstream y grandilocuentes para brindar una bocanada de aire fresco con un western crepuscular en donde el viaje de un hombre que ya no tiene nada que perder y el mundo aparentemente ha dejado de serle útil, debe ingeniárselas para demostrarle al mundo, y a sí mismo, que aún quedan razones por las que vivir y ser parte de un sistema que parecería haberlo expulsado violentamente. Ese es el principio fundamental de una cinta que se encarga, luego de un primer acto un tanto tumultuoso y un tanto apresurado, de lograr una empatía e identificación total con el personaje principal que está desarrollado con muchísima sutileza y clase, poco propia de tiempos modernos, pero al que es imposible no sentir compasión. Claro que estos sentimientos, que se ven potenciados una vez que comienza el verdadero viaje de nuestro protagonista, están reflejados de una manera magistral por el director de fotografía homenajeando a los grandes planos de los westerns de antaño en donde los paisajes bien pueden enamorar y trasladar sensaciones. Al estilo de Paris, Texas (1984) de Wim Wenders, la trama se desarrolla de manera tranquila y sin grandes puntos de gran acción, aunque momentos de tensión no van a faltar. Todo gira en torno de los diálogos, de las miradas y de que se está dispuesto a hacer en pos de lograr el cometido final, por más nuevas cosas que uno deba aprender a hacer ,es montar a caballo o aprender un nuevo idioma. En los grandes aspectos, pero más que nada en los pequeños es donde Cry Macho encuentra su entidad, fortifica sus aspectos positivos y aquellas pequeñas cosas que uno le pueda reprochar quedan en un costado. Una vez que el espectador está metido de lleno en la historia, pero por sobre todo en los sentimientos, que se muestran ya la película ganó, porque es imposible resistirse ante la técnica para narrar y mostrar lo que Eastwood quiere.
El elenco de está película es bastante particular ya que en el dúo que se conforma de protagonistas está por una lado Eastwood y del otro lado un debutante como Eduardo MInett, un jovencito mejicano más abocado a la música y que da sus primeros pasos en la actuación y la verdad es que ambos logran establecer una buena dupla y se bancan todo el peso de la película. Igualmente, y claro está, Clint se lleva todas las miradas y cada uno de sus momentos será atesorado por más que, por obvias razones, se lo note un tanto fuera de tiempo. Luego hay participaciones a cuenta gotas de otros actores y actrices como Natalia Traven, Dwight Yoakam y Fernanda Urrejola que logran establecerse de buena manera y crear personajes tridimensionales, con problemáticas reales (agigantadas por la trama) pero que todos se mantienen en el mismo plano terrenal.
Cry Macho es una película que logra establecer un dilema universal en una hora cuarenta de película. La utilidad de una persona cuando ésta misma ya no tiene fe, no ve un rumbo y cree que la vida ya se le ha terminado. Por suerte quedan realizadores como Clint Eastwood que eligen seguir apostando por este tipo de historias.