Frágil coraza.
Lo más disfrutable de Cuando dejes de quererme (2018) es recorrer la investigación junto a los protagonistas. A través de flashbacks descubriremos quién fue en verdad el padre de la protagonista y también algunas verdades; marca el complejo panorama del País Vasco de 30 años atrás con la Guardia Civil, la represión franquista y ETA, juega bien las piezas del thriller y destila una dulce tristeza que encaja de manera natural con el alma de esta mujer que está siempre a la defensiva.
Laura (Flor Torrente) es una joven argentina que vive en Bs. As. junto a su padrastro Fredo (Eduardo Blanco). Ella y su madre se marcharon, luego de ser abandonadas por su padre. Pero un buen día recibe una llamada desde España, en donde le comunican que el cuerpo de su padre acaba de ser encontrado enterrado en un bosque cercano. Las pruebas forenses indican que Félix Careaga (Eneko Sagardoy) murió hace más de 30 años asesinado. Laura decide volar a España para enterrar a su padre, acompañada por Fredo. En su viaje conoce a Javier Egoskue (Miki Esparbé), agente de seguros, que comunica a Laura la exis¬tencia de un seguro de vida firmado por su padre. Egoskue, intrigado por la historia del asesinato y atraído por Laura, emprenderá junto a ella y Fredo una particular investigación para descubrir quién acabó con la vida de Félix Careaga.
Igor Legarreta es el director de esta coproducción argentino-española, en la que se destaca por la dirección de actores y la fotografía, no así el guion que desde el comienzo presenta dificultades por pecar de incongruente, con más de una casualidad, lo que no es positivo y auspicia un film predecible a pesar de la buena interpretación de Flor Torrente y de la dulzura y tristeza que transmite su mirada angelical. El personaje del talentoso Eduardo Blanco otorga simpatía, aunque en ciertos momentos realiza chistes que nos descolocan más de lo que divierten, puesto que desentonan con el dramatismo, en todo caso, este es un problema de los guionistas y no de su excelente desempeño.
Sin embargo, la intriga está presente, enfatizada con la música y flashbacks, logrando de manera liviana confundirnos por ciertos momentos y esto sí es positivo, puesto que un policial debe precisamente despistar con mentiras, información incorrecta y pistas falsas hacia el espectador. Logra un acierto al desarrollar la historia de amor desde un lugar secundario y que funcione de todas maneras.
Todo viaje, en definitiva, nos hace redescubrirnos, las piezas se mueven y acomodan nuestra vida con la renovación; un bello mensaje que nos llevamos está relacionado con el final que, para mi sorpresa, sí es impredecible y con el nombre del film que si te despertó curiosidad entonces deberás ver la película para enterarte...