Igor Legarreta estrena su ópera prima sabiendo que el cine se cuenta en el valor de una imagen, de una estética y de una intención. Toda película busca cierto sello y personalidad, y en “Cuando Dejes de Quererme”, el director establece su mirada potenciando una historia narrativa interesante que prefigura trabajar fuertemente la técnica de flashback, desde la Buenos Aires del año 2002 y retrocediendo hacia los años ’60, en pos de reconstruir que fue lo que realmente ocurrió con la identidad del verdadero ‘padre’ de la joven protagonista.
El contexto socio político de la dictadura y la ETA le otorgan al film un color necesario para vertebrar el thriller, género en el que se apoya, incluso, sin profundizar en el entramado político. Uno de sus muchos matices estéticos lo brinda el backgorund sesentista que ambienta la mayor parte del metraje, no obstante, recurre a las reglas básicas de género para descubrir la ambivalencia sobre la que se cierne la realidad de una mujer que descubre un oscuro secreto sobre su verdadero padre. Este retrato emocional falso de su padre activa en la protagonista un deseo de restauración de la figura, debatiéndose entre su padre adoptivo y la figura en absoluto ideal que ha tramado de padre.
Legarreta, guionista de “Autómatas” (2013), película sci-fi protagonizada por Antonio Banderas, debuta tras de cámaras con su primer largometraje sembrando pistas no siempre consistentes y revelando la intriga en dosis homeopáticas. Con mayor o menor acierto, bebe de las fuentes del thriller americano y sazona la propuesta con sabor argentino: Eduardo Blanco y Flor Torrente conforman esenciales figuras de su nutrido reparto.