El mito de un horrible secreto que transforma a alguien normal en un monstruo ha sido contado muchas veces en el cine. De hecho, es uno de los más cinematográficos posible porque el paso de una imagen a otra es, siempre, pura transformación, incluso hacia lo demoníaco. Aquí la acción transcurre en una isla escandinava, gris y con demasiados atavismos. La protagonita es una chica de dieciséis año son madre extrañamente enferma que, finalmente, descubre en sí un monstruo. Pero el film no explica nada con los diálogos sino con las imágenes, y presenta una gran amplitud de puntos de vista que nos colocan en un lugar extraño, ambiguo: al mismo tiempo deseamos que el monstruo se detenga y nos colocamos de su lado ante la violencia social que lo encierra. Pueden leerse varias metáforas -desgraciadamente también algunas alegorías- en el film, pero lo que cuenta es que es un efectivo y triste cuento de terror.