La bestia quiere vivir
Hay una especie de ley de balance natural que regula las producciones de vampiros, algo así como: “toda película de vampiros genera una película de licántropos como contrapeso universal”. En este caso la de vampiros sería la sueca Criatura de la noche (Tomas Alfredson, 2008), y Cuando despierta la bestia el contrapeso. Las similitudes entre estas producciones son más que evidentes, tratan sobre los mismos temas en el mismo tono, e incluso transcurren en territorios equivalentes. La primera es una obra maestra, la segunda está bien pero no es tan trascendente; es interesante ver cómo los puntos de vista y decisiones que toman los autores/directores hacen variar el resultado final de un punto de partida muy similar.
Cuando despierta la bestia es un relato de crecimiento: vemos directamente el transcurrir de la adolescencia de Marie (Sonia Suhl) en el pequeño pueblo dinamarqués en el que vive, que está bañado de esa fría soledad endémica propia de los países nórdicos. Pero Marie es algo más que una chica común, su crecimiento implica convertirse en otra cosa y todos parecen saberlos excepto ella. El director Jonas Alexander Arnby desarrolla una trama de secreto y conspiración bien dosificada que se complementa con el relato de crecimiento. Aun así estamos ante una película simple y efectiva: la vida de Marie es tres o cuatro situaciones que se repiten pero que van ganando en intensidad y extrañamiento a medida que avanza el metraje, lo que deriva en un clímax final donde confluyen con bastante lógica todos los conflictos.
Incluso en su estructura, Cuando despierta la bestia se parece a Criatura de la noche, sólo que a diferencia de Arnby, Alfredson se detiene en contar la formación de un vinculo más que en el reconocimiento de una transformación inevitable. Criatura de la noche es más efectiva a la hora de trascender el género, su director no le tiene miedo a retratar agudamente una sociedad de inevitable apatía, lo que por otro lado necesita para justificar la romántica huida final de los protagonistas. En cambio a Arnby no le interesa demasiado trascender el género, Cuando despierta la bestia se siente bien siendo un cuento de terror bien construido, aunque no sea estrictamente convencional. Sin embargo debemos señalar que el clímax final de Cuando despierta la bestia no logra acercarse a la genialidad que logra Alfredson en Criatura de la noche; para ser claros, está bien pero le falta garra.
Marie, al igual que Oskar y Eli, es la sombra de un sitio donde la quietud reina, y que tapa bajo nieve sus más oscuros secretos. El dilema que la atormenta finalmente es si utilizar o no su desproporcionado poder en contra de aquellos (sus vecinos) que la oprimen y atacan a la menor oportunidad. La respuesta es la misma para ambas películas.
Siendo un poco menor, Cuando despierta le bestia logra, aún con sus fallos, acercarse a la calidad de Criatura de la noche manteniendo sus propios meritos. Principalmente logra mantener intacto el efecto del relato y una apática y extraña belleza, lo cual está muy bien.