Cuando el amor es para siempre

Crítica de Guido Anselmi - Cinematografobia

LA MUERTE EN ROSA
Cuando la lágrima es inducida

La última película de Gus Van Sant. Restless, pésimamente titulada Cuando el amor es para siempre para quienes vemos y consumimos en español. Una película perdida y escondida entre páginas de internet, de la que poco se habló, de la que casi ni nos enteramos, y que paradoja mediante, no fue estrenada en las multi-salas de nuestro país, sino que fue directamente exportada y empacada a dvd.
La historia de dos adolescentes Indie (tópico por excelencia del director), Enoch y Annabel (Henry Hopper y Mia Wasikowska respectivamente), que se conocen en un funeral ajeno a la vida de ambos, pero que marcará el punto de partida de una relación de amor y comprensión mutua, que tendrá sus días contados a partir de la noticia de un cáncer terminal con el que Annabel tendrá que lidiar. Información que recibimos prontamente y que nos predispone de una manera particular ante un vínculo de amor que recién comienza. ¿Cómo sobrevive y cómo se sobrelleva una relación que tiene su final inminentemente marcado por la fatalidad de la vida? Tema más que interesante de tratar, pero lamentablemente muy maltratado en esta producción. Porque lo que podría ser distinto, no lo es, y porque la angustia de la existencia, no pareciera casi contar en esta película, "rosada" de principio a fin. Tenemos a dos jóvenes en proceso de enamoramiento, a los que pareciera darles lo mismo el saber que en tres meses uno de ellos no va a "estar más". Pero no porque las actuaciones sean malas (de hecho, no lo son), sino porque ningún dejo de profundidad es puesto en escena. No hay preguntas, no hay peleas, ni diálogos que valgan la pena. No se profundiza en el sentir de los personajes y en su proceso o no de aceptación, cuando la historia realmente lo amerita y lo pide.

Mia Wasikowska y Henry Hopper, hijo del fallecido actor y director Dennis Hopper, a quien Van Sant dedica esta película.
Lo que vemos es un relato superficial, literalmente "de película", en el que no se aprovecha la carga vital que una historia de este tipo podría desarrollar. El claro ejemplo de esto, es la escena en que la "angustia" de Enoch llega a uno de sus clímax, y es entonces cuando lo vemos en el cementerio rompiendo la tumba de sus padres. Y lo pongo de ejemplo porque es en mi opinión un procedimiento simplista, un símbolo vacío y convencional, una forma fácil y ligera de hacer imagen lo que por la cabeza de este personaje realmente pasa o pareciera pasar.
Y lo que más se lamenta de una película así, además del hecho de tener al mismo director que supo hacer aquellos tan logrados planos secuencia que construyen aquella gran película que fue y que es Elephant, es el sentir la sensación de cuando una buena historia es mal contada. Porque así como es interesante la pregunta principal que plantea el film, son interesantes los mal aprovechados los rasgos psicológicos de los personajes: el hecho de que Enoch frecuente funerales ajenos de gente desconocida, por el trauma que le produjo no solo la pérdida de sus padres, sino el no poder haber estado en su funeral (cuando los padres murieron, él estaba internado, producto del mismo accidente, al cual pudo sobrevivir); el vínculo y la naturalidad ante la muerte de un personaje como el de Annabel, acostumbrado a las constantes operaciones y al devenir en un ambiente tan particular y frío como lo es un hospital; o inclusive la presencia de Hiroshi, el fantasma acompañante de Enoch, que en su vida pasada fue envíado a la muerte como kamikaze en la guerra, y al que lo único que parece interesarle en su actualidad fantasmal es jugar a la "batalla naval".
Y el final es otra de las grandes decepciones de esta cinta, porque por más que uno sepa ya a la mitad de la película que todo va a terminar nada más y nada menos que en la muerte, uno espera una resolución un poco más inteligente, más significativa, que diga algo más, que deje algo más. Pero no. Lo vemos a Enoch a punto de dar un discurso en el funeral, con los momentos de felicidad de Annabel intercalados por medio de flashbacks. Recurso fácil e inducido, como el conjunto de la película en sí. Como la música, como los diálogos, como la prescindible escena de la noche de "Halloween". Y hablo de inducir, porque es una película que carece de lo sutil, que se sustenta en el manejo del espectador, que lo induce a la lágrima, sin dejarlo preguntar, sin dejarlo pensar más que, lo puro que pareciera ser el amor así visto y así mostrado en la pantalla.

Planos publicitarios. Imágenes que bien podrían formar parte de las nuevas tendencias de la temporada de invierno 2012.

En síntesis: un film con buenas ideas, fatalmente llevadas a la práctica. Desde el guión y desde la puesta en escena. Una gran brecha que se abre entre historia y relato, porque tenemos una historia interesante, a la que realmente se le podría sacar el jugo, pero que finalmente es relatada de mala manera, cayendo en la cursilería y en los clichés de cualquier comedia comercialmente romántica. Chico-chica, se conocen, se enamoran, se pelean una vez, y se terminan casando rodeados de todos los "simpáticos" personajes secundarios. Aquí no tenemos este final, pero están puestos todos los condimentos en la mesa para que la sensación del espectador, muerte mediante, no diste de eso. Pero con lágrimas para todos, claro está.