Es sabido que Gus Van Sant realiza dos proyectos anuales bien marcados, un estreno comercial que últimamente está vinculado a historias reales (Elephant, Last Days, Milk) y otra indie, arty. Restless es la obra artie del año y una decepción también. Personalmente llegué a una altura de cansancio al tener que ver films donde no fluyen sus relatos, donde el peso de experiencia transita lo visual, la elección de un buen score y transitar por diálogos superfluos, cool, de tinte independiente...