#METOO GERIÁTRICO
El habitual productor Bill Holderman debuta en la dirección con Cuando ellas quieren, un film que intenta instalarse en el mercado del entretenimiento geriátrico con una serie de veteranos que desean mostrarse piolas, actualizados, incluso sexuales: Diane Keaton, Jane Fonda, Candice Bergen, Mary Steenburgen, Andy García, Craig T. Nelson, Don Johnson, Richard Dreyfuss, Ed Begley Jr. integran un reparto de lo más amplio y talentoso, al que definitivamente esta comedia les queda demasiado chica.
El entretenimiento geriátrico está conformado por una serie de películas que transitan los géneros tradicionales, pero con protagonistas de la tercera edad: hay policiales, comedias, dramas románticos. Pero hay algo más en Cuando ellas quieren: la premisa sigue a cuatro amigas de la adolescencia, que continúan varias décadas después reuniéndose mensualmente en un club de lectura donde discuten un libro que -como tiene que ser- las involucra intelectualmente pero, sobre todo, emocionalmente. Que el libro elegido sea 50 sombras de Grey habla no sólo de que la comedia busca ser “pícara” y que la sexualidad y el deseo en la adultez serán temas centrales, sino que también se busca un poco lastimosamente una conexión con el público del presente para no dejar a nadie afuera (en veinte años -soy generoso- nadie se acordará de esa trilogía literaria, por lo tanto el chiste de la película resultará intrascendente). Y que el punto de vista sea el de las cuatro mujeres, que se burlan de algunos códigos machistas, habla también de la necesidad por instalar a la película en el contexto de un Hollywood tomado por la reivindicación feminista. Podríamos definir entonces al film de Holderman como un #MeToo geriátrico.
Pero lo peor de Cuando ellas quieren no es tanto su esfuerzo vergonzoso y evidente por rascar público entre las piedras, con un Hollywood cada vez más concentrado en explotar exclusivamente historias para jóvenes y adolescentes. Lo terrible es que realmente nunca funciona como la comedia atrevida o alocada que intenta ser, básicamente porque el público al que apunta no deja de ser conservador, empezando por una mirada algo elitista sobre la literatura (no es necesario que se nos aclare que Diane Keaton lee Moby Dick para contrarrestar el efecto Grey) y siguiendo por la manera convencional en que cada subtrama se resuelve: la viuda a la que sus hijas controlan, la hedonista que rechaza las emociones, la jueza severa que curiosea en las redes sociales, la casada enfrascada en un matrimonio aburguesado. Estas veteranas liberadas que hablan de sexo hasta agotar, terminan entregadas a historias donde la avejentada noción de amor romántico de las películas se impone y sin que Cuando ellas quieren (horrible título local, para variar) aporte una mirada autoconsciente al respecto. Para una comedia que busca provocar, no incomodar a nadie es decididamente su peor pecado. Así, toda la cháchara queda en la nada, cada señora finalmente encuentra su hombre para completarse (porque si no, viste…) y la película sólo acierta cuando el talento de Keaton, Fonda, Bergen o Steenburgen se impone aún en el marco de un producto tan mediocre como este.