Una historia sobre los vínculos familiares
La entrevista que Javier, el hijo artista interpretado por Julio Chávez hace a su madre (Marilu Marini), a modo de registro para una posteridad que puede no ser tal (tal vez por la idea de un recuerdo y una reformulación, o reavivamiento del vínculo entre ambos), conforma gran parte de la estructura de la narración.
¿Cuál es la mirada que ponemos sobre la realidad? ¿Y sobre nuestra historia personal? Algo de eso se propone contar el director en Cuando la miro, con el muy buen manejo del ida y vuelta entre su personaje y la conmovedora madre distraída, por pasajes casi aniñada, que compone de manera magistral Marilú Marini.
La teórica forma interna relajada del film se diluye por momentos porque se introduce en la emocionalidad del narrador que coordina la búsqueda pero se ve a su vez interpelado por la figura familiar a la que decide interpelar.
Recibir detalles casi risueños de boca de su madre fragmentos de la historia emocional y sexual de manera directa, con sus ciertas formas de desparpajo casi inocente, puede ser un choque prácticamente para cualquiera. Javier parece sobrellevarlo bien, pero en momentos en que la intimidad se apropia del espacio (de su espacio personal) se quita la piel y se desfragmente; deja salir el silencio que mantiene sobre una madre que él siente que no lo comprendió.
El análisis emotivo de la película se cierra con la forma visual que implica un ritmo interesante, conmovedor, y fuertemente intenso hacia el final. Porque la historia contada se lo merece.
Para definir a modo de cierre, Cuando la miro es una excelente opción de historia sobre los vínculos familiares, a veces desarmados, a los que tratamos de entender, para ver en cine.