La oscuridad marca el camino
Algo en la oscuridad acecha al joven Martin (Gabriel Bateman), mientras que en su casa, su madre (Maria Bello) comienza a actuar de forma extraña. Su hermana Rebecca (Teresa Palmer) acudirá en su ayuda para desempolvar temores del pasado que la alejaron de su hogar y familia. Juntos experimentarán sucesos paranormales que pondrán en peligro sus vidas y todo aquello en lo que creían como real o no.
James Wan, productor de The Conjuring (2013) presenta Cuando las luces se apagan (2016) de David F. Sandberg basada en su cortometraje homónimo de 2013. El director, en su debut en la gran pantalla, tomó lo mejor del corto que dio vida a la película y lo multiplicó en esta hora y veinte de film. Escenas sofocantes, grandes planos donde se percibe el miedo y el terror del personaje con un brillante y necesario final, a veces no tan preciso en el resultado en este género para que sea más agradable y asequible para el espectador. Sanderberg pudo explotar bien las situaciones adversas que deben superar los protagonistas como también sus demonios internos, que no siempre se esconden bajo la oscuridad.
Tanto Teresa Palmer (Point break / 2015) como Maria Bello (Prisoners / 2013) cumplen de manera eficaz con sus actuaciones en la película, sin maravillar pero tampoco por debajo de la media. La bella Palmer carga sobre sus hombros ser la protagonista y lo resuelve de manera natural. Bello, en el rol de una madre atormentada por el pasado y problemas psicológicos que vuelven a atosigarla, también es otro punto importante en la película que llegará a su mejor momento hacia el final con un desenlace justo y necesario.
La parte sonora es otro punto fuerte ya que mantiene la tensión en las escenas más dramáticas, repercutiendo en las confusiones y desmanes que acechan a los personajes. A diferencia de las demás películas del género, Cuando las luces se apagan presenta a su fantasma, demonio o espectro a la audiencia desde la primera escena, con sus habilidades y falencias. En este caso, cambia las piezas del tablero para posicionar en la misma escala a los protagonistas y espectadores, para que a la par se asusten, sufran y busquen una salida. A pesar que en algún punto los diálogos y comportamientos de los personajes parezcan inverosímiles, el film nunca pierde intensidad y obliga al espectador a aferrarse al asiento con las situaciones que deberán sobrepasar. Sin embargo, el guión cae en pozos adversos para salir con facilidad o explicar actitudes o falencias argumentativas.
Cuando las luces se apagan es un film muy ambicioso e impactante para el género, con una historia atrapante, eficaz pero no desarrollada en plenitud ni al 100%. A pesar de esto, cumple con lo que se con su cometido y obliga al espectador a fijarse en su asiento para llegar a un final impulsivo, necesario y especial, alcanzando así el éxtasis de la película.