El cortometraje Lights Out, de David F. Sandberg, data de 2013 y es tan breve como contundente: “algo poco amistoso” avanza hacia vos cuando las luces están apagadas, y deja de aparecer a tu alcance cuando las encendés. Es decir que, mientras no estés en lugares oscuros, esta entidad no te puede alcanzar. En aquel entonces tuvo una importante recorrida festivalera y puede resumirse en una sola palabra: conciso. No pierde el tiempo en relatos banales sino que va directo a la acción, a la causa, la consecuencia y el susto, sin dejar de lado el clima. Este año, de la mano del mismo director, se vino el largometraje correspondiente con un montón de incógnitas alrededor. ¿Podría mantener la misma tensión a lo largo de una hora y media? ¿Se perdería la película en medio de explicaciones innecesarias sobre qué es lo que aparece cuando las luces se apagan? ¿Nos hará sobresaltar como el corto?
Cuando las Luces se Apagan (nombre con el que se conoció en la región) nos cuenta la historia de Rebecca (Teresa Palmer), una joven treintañera con una onda medio darks o metalera, y que no quiere asumir compromisos con su pareja, Breth (Alexander DiPersia), un simpático re copado que de entrada te parece que va a morir (porque es fijo que cuando te encariñás con algún personaje, la queda). Tiene que acudir en auxilio de su hermano menor Martin (Gabriel Bateman), que por segundo día consecutivo se quedó dormido en el colegio. Cuestión que el nene no duerme porque aparentemente, a la noche, su madre (María Bello), frecuentemente deprimida, habla con alguien. A partir de esta situación inicial, Rebecca coquetea con la idea de quedarse con la tutela de su hermano debido a los vaivenes emocionales de su madre. Entonces surgen una serie de tramas secundarias y acciones que tendrán sus consecuencias a lo largo del film pero que no vale la pena spoilear (en serio).
La principal virtud del film es ser autoconsciente de su sencillez y de sus propias limitaciones, hecho que se refleja desde la historia (nunca se trata de salvar el mundo, el riesgo es mucho mas chico), la economía de locaciones, la escasez de actores, y esta especie de sombra que aparece en la oscuridad, que -lejos de ser un monstruo construido por CGI- es la delgadísima actriz Alicia Vela-Bailey, con ojos realizados artesanalmente con cinta refractaria e iluminadas, simplemente, con la linterna de un celular (lo sabemos porque somos unos ñoños que vimos el backstage, sino ni te enterás).
Lo mismo respecto a su duración: una hora y veinte minutos, frente a películas que rondan las dos horas como nos estamos acostumbrando a ver últimamente. Sin embargo, la cinta aprovecha cada segundo y no derrocha ni un solo fotograma en información que no necesitamos para resolver la trama. Sandberg hace gala de una excelente noción de cómo dosificar la información: nunca nos abruma, nunca sobreexplica, siempre nos brinda los datos necesarios para seguir la historia segundo a segundo sin aburrir y sin saturar.
Ya desde el argumento, el personaje de la madre, Sophie, es central en la historia. Presenta una complejidad psicológica que prácticamente sostiene todo el relato: presa de una profunda depresión, ha dejado de medicarse, por lo que nos cuesta tomar la medida precisa de qué tan lúcida se encuentra. No tenemos cómo distinguir cuáles de sus dichos son reales y cuáles de sus actos son genuinos. Y además está interpretada de manera soberbia por Bello, a quien ya habíamos visto por ejemplo en Prisoners y Secret Window. En cierto punto el registro actoral nos puede recordar a la también sobresaliente madre atormentada de The Babadook.
Tal como la propuesta requiere, la iluminación es impecable. Las zonas de luz y las zonas de sombra están delimitadas de manera precisa, dividiendo con ello las zonas donde estás a salvo y las zonas donde podés ser atacado. Relacionado con las características de esta entidad viene, previsible pero siempre efectivo, el sobresalto: sabés que cuando se apaguen las luces estás en peligro, y aún así saltás igual de la butaca.
VEREDICTO: 7.0 - CORTITA PERO VIGOROSA
Lights Out conoce perfectamente bien sus límites y hace de ello su principal fortaleza. Te involucrás, te indentificás y te asustás. Breve, concisa, directa y efectiva.