Cuando el terror empieza por casa
Hacer una autoremake de un corto de 3 minutos en versión largometraje es una de esas misiones imposibles sólo justificadas por una propuesta de un productor como James Wan (el de "El conjuro") para filmar películas de terror en Hollywood. Así que no se puede culpar al debutante realizador sueco David F. Sandberg por hacer lo imposible para intentar darle coherencia al guión de su opera prima, de todos modos bastante potable.
Hay un chico con problemas y terrores de todo tipo, sobre todo cuando, como bien señala el título, se apaga la luz. El miedo a la oscuridad es algo más o menos universal, así que nadie le daría demasiada importancia a ese detalle salvo debido a una historia familiar completamente perturbadora.
Su padre muerto misteriosamente, su madre desquiciada (María Bello se luce en este tipo de personajes) y su hermana mayor que sabe perfectamente qué es lo que pasa por haberlo experimentado en carne propia configuran un relato de espectros que va más bien a lo genealógico, aunque en los papeles funciona como historia de casa embrujada. Las imágenes tienden a mostrar eso, detalle que junto a los vericuetos que necesita el guión para justificar varias escenas tiradas de los pelos, no ayudan.
Lo que no significa que la película no tenga una idea original, sólidas actuaciones, excelentes imágenes ominosas y buenos momentos terroríficos.