James Wan combinado con un premiado corto sueco de terror da lugar a una historia más escalofriante que original. Unos buenos sustos y una consigna inspirada compensan por lo barato del resto del guión.
El cine de terror de esta época es muy reconocible: a pesar de que la ambientación casi siempre cambia, los ritmos son parecidos, los roles de los personajes son parecidos y los escenarios son parecidos, sólo por nombrar algunas cosas. Los nombres de los responsables también son siempre los mismos, y a pesar de que esto suena como algo negativo, no lo es. Si algo te sale bien deberías seguir haciéndolo, y este es el caso de James Wan. No sólo como director sino en guión y producción, su presencia ha obligado al cine de terror mainstream a encasillarse en una fórmula que sólo él sabe hacer funcionar.
La familia de Becca (Teresa Palmer) está alterada hace tiempo: Sophie (Maria Bello), su madre vivió con depresión casi toda su vida y la convivencia se fue volviendo cada vez más complicada. Es por esto que se mudó a un departamento, pero su hermano menor, Martin (Gabriel Bateman), debe quedarse con Sophie en su oscura casa. En ella sólo viven madre e hijo, pero él percibe una presencia amenazadora que sólo aparece en la oscuridad y habla con su mamá por las noches. Becca se entera de esto y para apoyar a su familia decide quedarse a dormir en la casa, una idea que es tan mala como parece.
El origen de esta película es interesante. En el año 2013 se lanzó un corto llamado Lights Out, de origen sueco. Dura sólo 3 minutos, que alcanzan y sobran para hacer que el espectador salte de su asiento (después de 2:30 minutos de tener el corazón en la garganta). El perfecto ritmo del terror tapa los errores en la hechura, y la buenísima idea sobre la que se construyó le valió al director un contrato para dirigir una película entera con el mismo gimmick. Él se llama David F. Sandberg, y Lights Out es su primer trabajo en cine. El gran James Wan, conocido por dirigir El Juego del Miedo (Saw, 2004) y El Conjuro (The Conjuring, 2013) la produjo. Ninguno de los actores es muy célebre (algo que suele pasar en el cine de terror). En el papel de Becca se encuentra Teresa Palmer (Warm Bodies, 2013) y a su hermano Martin lo interpreta Gabriel Bateman, que ya trabajó con James Wan en Annabelle (2014). La actriz que le da vida a Sophie es Maria Bello, conocida por La Ventana Secreta (Secret Window, 2004) y La Sospecha (Prisoners, 2013).
Si bien hay un límite para los temas que puede tocar el cine de terror, a veces deberían dejar que una idea sea olvidada para copiarla. [Spoilers de The Babadook] En la película australiana The Babadook, estrenada en 2014, también se hace un paralelo importante entre las enfermedades mentales y la presencia de figuras oscuras en la casa. La tristeza por la pérdida de un ser querido lleva a la madre a permitirle la entrada a un terrible monstruo, pero nada de esto es verdaderamente aparente hasta el último minuto de la película, y ni siquiera entonces está explicitado. La manera en que esta misma comparación aparece en Lights Out es, por lo menos, burda, y el mensaje que transmite es mucho menos esperanzador y útil que el incluido en The Babadook. A pesar de esto, muchos de los sustos surten efecto y, sin ser una obra de arte, Lights Out logra lo que se propone: darle al público 81 minutos de absoluta tensión.