El poder incisivo de James Wan a la hora de dirigir películas de horror es inagotable. Tras haber cimentado no una, no dos, sino tres sagas con Saw, Insidious y The Conjuring, su tarea como productor es seguir impulsando buenas historias ahí donde ya no tiene tiempo para dirigirlas. Tras un par de traspiés donde Annabelle y Demonic no llenaron la expectativa que genera su apellido, el corto devenido en largo Lights Out finalmente tiene la astucia y la capacidad de asustar mientras cuenta una buena historia, cualidades que el género siempre agradece.
A lo largo de unos acotados pero muy bien dispersos 81 minutos de duración, el director del cortometraje del 2013 David F. Sandberg y su guionista, Eric Heisserer -de las nuevas A Nightmare on Elm Street y The Thing, más la superlativa Final Destination 5-, toman un miedo tan cotidiano como lo es el de la oscuridad y lo trenzan con un drama sobrenatural acerca de los peligros de la depresión clínica y la horripilante figura que se esconde tras las penurias de una mujer madura, que afectan a cada integrante de su fragmentada familia.
Aunque la protagonista casi absoluta es la endurecida Becca de Teresa Palmer, su madre Sophie -interpretada con mucho tacto y sentimiento por María Bello- se roba más de un momento, al atravesar dicho pozo depresivo en el cual se la pasa hablando con una amiga llamada Diana. Siempre en las sombras y mucho mas espeluznante oírla que verla, Diana va cerrando su puño invisible alrededor de la familia de Sophie en el escalofriante prólogo y luego en Martin, el pequeño de la casa. Con una madre desequilibrada, que niega rotundamente cualquier extrañeza en su casa, y apresurada por un galán de turno -Alexander DiPersia, una versión de presupuesto de Jai Courtney bastante solvente-, Becca debe volver a su hogar para proteger a los suyos de una amenaza que le teme a la luz, pero que volvió la oscuridad su dominio.
Salvando las distancias en la historia detrás del monstruo ocasional, Lights Out se deja ver porque no subestima a su espectador, sino que lo hace partícipe de la pesadilla que viven sus personajes. Heisserer ya tuvo oportunidad de pulir las fabulosas escenas de muerte en la saga Final Destination y pone manos a la obra en esa misma inventiva, para crear varios momentos de suspenso en los cuales los personajes juegan por su vida con la luz y la oscuridad. No es una novedad en el género. Sin ir más lejos, la menor pero aún interesante Darkness Falls ya jugaba con esas nociones. Pero en esta ocasión están mejor aplicadas, con un impacto mas contundente si se dejan pasar los efectos de sonido, a veces una bendición y una maldición para este tipo de producciones.
El toque mágico de James Wan sigue mas vivo que nunca en Lights Out, más allá de que sea la primera vez que su padrinazgo saca buenos frutos. Cual paseo en montaña rusa, el debut cinematográfico de Sandberg es excitante, hilarante cuando puede y muy tenso. Y propone seguir aterrorizando espectadores, porque luego de un exitoso primer fin de semana en su país natal, se ha confirmado una segunda entrega. El miedo a la oscuridad seguirá ganando adeptos de acá a un futuro cercano...