Película antitarifazo
En "Cuando las luces se apagan" dos hermanos tratan de combatir una entidad tenebrosa que tiene una misteriosa atadura con su madre, Sophie. Si bien el argumento va haciendo agua en los minutos finales, el manejo de los tiempos y principalmente el buen uso de la oscuridad equilibran el proceso y mantienen la tensión hasta el desenlace.
Dormir con alguna luz prendida, no entrar en habitaciones oscuras y tenebrosas, caminar rápido por un pasillo poco iluminado. Seguramente son situaciones que de chicos les tocó vivir a todos, porque el miedo a lo que no se ve es tan infantil como lógico. El director David Sandberg, que goza de una notoria trascendencia en las redes sociales por sus cortos de terror de menos de tres minutos, recogió ese miedo originario para “Lights out”, y tuvo tanta repercusión que fue llamado para realizar un largometraje de misma esencia pero con un argumento un tanto más complejo, con decentes resultados. En tiempos en los que están las batallas por la luz y el gas por el excesivo aumento de sus tarifas en nuestro país, “Cuando las luces se apagan” viene a ofrecer resistencia al ahorro exagerado del servicio, recordándonos que la oscuridad no es buena compañía.
Todo comienza con la sorpresiva muerte de un padre de familia. Por el trauma, la esposa (Sophie) no puede dormir y habla todo el tiempo con una tal Diana, como escucha su hijo (Martin) aunque nunca la haya visto. Asustado por los ruidos extraños de la casa, nunca concilia el sueño y, desde el colegio, al no encontrar a su madre, llaman a su hermana (Rebecca), que sabe de los problemas psicológicos de su madre, pero también que hay algo más detrás de la paranoia. Los hermanos se unirán para salvar a su madre, sin saber que por ello podrían ser víctimas de algo terrible que los acechará. Desde su trailer (que adelanta demasiado), sabemos que “Cuando las luces se apagan”, Diana es una amiga que Sophie tuvo de pequeña, y que a pesar de que “algo terrible le ocurrió”, según cuenta la protagonista, nunca terminó de irse y mantiene una relación íntima y sombría con ella. “¿Te despertamos?”, le dice la madre a Martin, que se espanta por no ver a nadie más en la habitación.
Desde sus dos adelantos promocionales, vemos que el filme irá en la búsqueda de los sustos desprevenidos. Como defecto, podría decirse que es reiterativo el uso de este recurso, pero, como virtud, no importa cuántas veces haya pasado en las escenas pasadas, ni cuántos indicios haya de que se vendrá un sobresalto seguro, efectivamente lo sufriremos y saltaremos de la butaca. Producto de la fusión entre imagen inesperada-aumento de sonido ambiente-grito-alarido, con un director especialista en hacer terror en pocos minutos, es obvio que los climas serán los mismos en su visión extendida del género. Si bien el argumento va haciendo agua en los minutos finales, el manejo de los tiempos y principalmente el buen uso de la oscuridad equilibran el proceso y mantienen la tensión hasta el desenlace. Un buen exponente del terror en la más minimalista de sus formas.