El retraso del estreno y el atraso de época La historia de "Corazón loco" comenzó a dar vueltas en las cabezas de Adrián Suar y Marcos Carnevale en 2012, pero recién se comenzó a rodar en 2019. Debía estrenarse en cines el 19 de marzo de 2020, tan sólo un día antes del inicio de la cuarentena. Con probabilidades casi inexistentes de recaudar, en primer lugar se decidió postergar su llegada a las salas, pero con la extensión de los protocolos de aislamiento, finalmente se canceló y Netflix adquirió los derechos para emitirla en la plataforma, estando disponible desde hoy. Parece un gran juego de redundancia que un filme que se atrasó tanto, al mismo tiempo atrase tanto. El filme dirigido por Carnevale, que también escribió el guion junto a Suar, cuenta la historia de Fernando Ferro (Adrián Suar), un traumatólogo bígamo, que de lunes a jueves vive junto con su esposa Paula (Gabriela Toscano) y sus dos hijas adolescentes en Mar del Plata, y de viernes a domingo, en Buenos Aires, con Vera (Soledad Villamil), y un hijo de cinco años. Con una primera escena en la que vemos a Ferro tirado en el suelo tras un accidente y ensayando una excusa (nunca una disculpa sincera) sobre los hechos que lo llevaron a ese punto, nos adentramos en su versión de la historia. Con ella, intentará no solo empatizar con el público, sino modificar los roles hasta el punto de hacerse pasar como una víctima. Para ello, deberemos presenciar su inteligente rutina, en donde cambia de ropa, personalidad y hasta de vehículo en el trayecto que lo lleva cada semana desde La Feliz hacia Capital. Durante años todo marcha bien y el protagonista hasta se enorgullece de su plan perfecto, hasta que un accidente de tránsito genera la debacle y su siniestra doble vida se derrumba. También te puede interesar: La familia ensamblada es muy unida. La emotiva reacción de la hija de Roberto García Moritán al posteo de Pampita sobre Blanca Preocupante estado de salud de Carmen Barbieri. Impactantes imágenes de Carmen Barbieri afectada por la culebrilla El filme navega entre diversos géneros, como el drama y hasta el thriller, pero prevalece la comedia, aunque no mucho de lo que se ve sea gracioso. Es imprescindible decir que ningún tema es intocable a la hora de crear una ficción y contar una historia, pero sí existen diversas formas de hacerlo. Cualquier cineasta o artista puede parodiar, criticar e incluso ser políticamente incorrecto con total libertad, pero existe un problema cuando el argumento se construye con una mirada arcaica que hasta genera dudas sobre si su intención es simplemente molestar. Ahí recae el principal problema de "Corazón loco", más allá de su ineficacia para hacer reír o generar tensión. Sus constantes guiños machistas, la ausencia total de evolución del protagonista, y los subrayados estereotipos que se identifican en sus personajes generan una trama pobrísima que se encuentra completamente fuera de su época.
Muy lejos de Marvel y DC Protagonizada por Vin Diesel, el filme no termina de convencer ya que el abuso en los efectos visuales y una historia que no tiene nada que ofrecer le juegan en contra. Ray Garrison (Vin Diesel) es un soldado que cae en combate. Entonces, la corporación "RST" con la que trabajaba utiliza la nanotecnología para convertirlo en una indestructible furiosa máquina de matar llamada "Bloodshot". Si bien la organización controla su cuerpo y su mente, implantándole recuerdos falsos, Garrison empieza a recordar quién era originalmente y, utilizando sus poderes, irá en busca de la verdad cueste lo que cueste. El filme es la primera adaptación al cine de un personaje de Valiant Comics, y si bien la marca parece tener la intención de crear una franquicia del héroe y llevarlo a las grandes ligas, aprovechando el buen momento del género, gracias a Marvel y DC, los resultados no son prometedores. Una historia que no tiene nada para ofrecer, en un universo que tiene algunos toques cyberpunks (atrasados 20 años) y que hace gala de una catarata interminable de efectos visuales que marean. Porque sí: no es que los efectos estén mal hechos, sino que su intensidad termina cansando y parecen estar por delante de la narrativa. Otro bodrio olvidable del machote Vin Diesel.
Muerto patriota o vivo desertor La guerra es la más grande plaga que azota a la humanidad; destruye la religión, destruye naciones, destruye familias. Es el peor de los males", dijo el teólogo y pensador Martín Lutero. Es curiosa la ambivalencia con la que recordamos la Guerra de Malvinas en nuestro país. De víctimas y héroes es la dualidad, de inocentes que nunca debieron ir a pelear un conflicto bélico absurdo, pero de próceres de la patria. ¿Se puede ser ambas cosas? Es la pregunta que prevalece en "Ni héroe ni traidor", filme de Nicolás Savignone en el que Martín (Juan Grandinetti), un joven músico que planea ir a España para estudiar, es citado para combatir en la Guerra de Malvinas un tiempo después de haber concluido la instrucción militar, en 1982. A partir de allí se debatirá entre la obligación patriótica o irse del país para cumplir su sueño, pero lejos de sus afectos y familia. El conflicto nace desde el momento en el que la carta llega a manos de los padres de Martín (Inés Estévez y Rafael Spregelburd), quienes deben decidir si ayudan a su hijo o no, pues el interés paternal suele anteponerse a cualquier otro y la reflexión del filme surge de la dicotomía sobre qué vale más. El deber, el patriotismo, el destino del hombre, se enfrentan a la singularidad, al instinto de supervivencia, a la vida en sí misma. Visto "con el diario de ayer", a sabiendas de las atrocidades cometidas por la dictatura y las devastadoras consecuencias que tuvo en nuestra sociedad la Guerra de Malvinas, y en general, con la perspectiva de 2020 sobre cómo y por qué vivimos, todo parece más simple. Pero el ejercicio que hace Savignone, de meternos en el año 1982, cuando el clima social, las actitudes del pueblo y la posición del hombre en general eran muy diferentes, genera un debate sobre temas que van más allá del episodio particular.
Hechizo directo al corazón La nueva propuesta de Pixar no desilusionó y demostró que todavía hay producciones que pueden llegar a emocionar a los espectadores. La vieja camioneta de Barley se pone en marcha cuando él mueve la palanca de cambios a "O", que en inglés significa "Onward" y traducido al castellano es "adelante", con una segunda acepción que sería "de ahora en adelante". La historia de vivir pendiente del pasado en vez de atesorar el presente, que todos padecieron alguna vez, es retratada por la divertida pero sensible "Unidos", nueva película de Disney Pixar. Su nombre original era "Onward" pero llega con título cambiado al país, aunque en esta ocasión, cualquiera de las dos denominaciones le hace justicia. El antecedente que nos cuenta antes de meterse en la historia principal es que en algún momento en la tierra hubo magia, y hechiceros que hacían esa magia posible, para ayudar a otros cuando no tenían la chance de lograr algo. Era un hecho solidario y altruista. Pero con el advenimiento de la tecnología, los seres comenzaron a olvidarse de todo. De la magia y de la solidaridad. Llegamos al presente en el que los que habitan esta tierra de fantasía son elfos, cíclopes, centauros y unicornios. Un elfo, Ian (voz en inglés de Tom Holland), es un adolescente sin amigos, muy tímido e introvertido, que no conoció a su padre. De todas formas, su hermano mayor Barley (voz en inglés de Chris Pratt) lo cuida aunque al joven no parece interesarle el cariño. El día en el que cumple 16 años, la madre les da un regalo que su padre les dejó a ambos, que es la posibilidad de traerlo de vuelta de la muerte por 24 horas. El hechizo falla y deja a su padre aparecido por la mitad, por lo que sólo se le ve la parte inferior. Así, los hermanos y un par de piernas paternales emprenderán un viaje para encontrar una pieza fundamental y completar el encantamiento antes de que se cumpla el tiempo dispuesto. En el camino, Ian y Barley vivirán aventuras que los harán conocerse mejor, aceptarse y entender qué es lo que los mantiene unidos. El filme de Pixar, sin tanta promoción como otros del pasado, es una de las piezas más sensibles que entregó la franquicia. Divertida y directa al corazón.
Mucho elenco y pocas nueces Lo nuevo de Guy Ritchie prometía "volver a las raíces", pero el resultado final es una pobre historia de historia de acción, misterio y comedia. Publicitada con todas sus estrellas desde el año pasado, la nueva película de Guy Ritchie venía con gran expectativa. Desde las primeras reseñas oficiales quieren hacer creer que esto es una "vuelta a las raíces" del cineasta, que desde hace una década no deja de meter la pata con sus filmes. Pero nada de eso sucede, y sólo se nota groseramente la intención de Ritchie de dejar su marca de autor con estos personajes/caricaturas que trabajan para la trama. También te puede interesar: Dean-Charles Chapman y George MacKay, protagonistas, no se lucen. "1917": grandilocuencia y pobreza a la vez Mickey Pearson (Matthew McConaughey), un reconocido narcotraficante, quiere vender su gran negocio de manufacturación de marihuana a Matthew Berger (Jeremy Strong) para retirarse junto a su esposa (Michelle Dockery). Pero aparece Dry Eye (Henry Golding), un sicario de otro narco, y adelantándose, quiere comprar la "franquicia". Esto traerá los conflictos convenientes que haren de esta película una pobre historia de acción, misterio y comedia.
El pasado que nos persigue Inspirada en un personaje creado por H. G. Wells, este film reversiona la historia con un giro interesante que la vuelve más atrapante. "El Hombre Invisible" es un personaje creado por H.G. Wells para una novela de ciencia ficción que narraba las memorias de Griffin, un científico que teoriza sobre la invisibilidad, y al realizar el experimento, logra llevar a cabo este proceso consigo mismo. La historia llegaría al cine adaptada en 1933 (como uno de los monstruos clásicos de Universal, junto con Frankenstein, Drácula, La Momia y otros), y luego en 1992. En esta oportunidad, Griffin seguirá siendo un científico y nuevamente encontrará la forma de hacerse invisible, pero aquí pierde el protagonismo. El filme está más alejado del género que lo hizo famoso y virará hacia el suspenso y terror. La historia aquí tendrá como foco a Cecilia Kass (Elisabeth Moss), que, tras años de sufrimiento, decide escapar de una relación violenta y controladora que tiene con Griffin (Oliver Jackson-Cohen). Desaparece en la clandestinidad con la ayuda de su hermana (Harriet Dyer), su amigo de la infancia (Aldis Hodge) y su hija (Storm Reid), pero, al enterarse de que su ex pareja apareció muerto, no podrá encontrar la paz. Es que su ex comenzará a perseguirla en su nueva vida, como si se tratara de un fantasma en busca de venganza. También te puede interesar: ¡No convence! Reciclaje yanqui para dejar pasar La vuelta de tuerca y de perspectiva que tiene la propuesta la hace atractiva para nuevo público, y acerca más a aquel monstruo de Universal ya mencionado, aunque este nuevo Hombre invisible sea más sádico y peligroso que los anteriores. También vale decir que la temática de violencia de género se da de manera orgánica, y no por simple corrección política. La adaptación funciona coyuntural y artísticamente. Además, la actuación de Moss es excelente, aunque estemos ante una película de género, en donde no suele importar demasiado el talento de los intérpretes. Quizás el mayor problema que carga el largometraje es justamente el peso con el que debe lidiar por traer a la vida una vez más a un personaje clásico, conocido por todos, y lo que se espera de él quizás sea más de lo que puede entregar en esta oportunidad.
Alguien tiene que enojarse Con grandes actuaciones en escena, el film se destaca por la participación de Charlize Theron, quien ganó una nominación en los Oscar por dicho papel. "¿Habrá más mujeres que hablen?", le preguntan sus abogados a Gretchen Carlson (Nicole Kidman), cuando está a punto de denunciar a su ex jefe Roger Ailes (John Lithgow) por acoso sexual. Su cara se congela por un instante, porque sabe que Ailes, en su posición de jefe ejecutivo de la cadena de noticias Fox, es intocable, inimputable, todopoderoso. "Alguien tiene que hablar, alguien tiene que enojarse", responde Gretchen, más como una expresión de deseo, sabiendo que muchas mujeres pasaron por lo mismo que ella, y que es tiempo de que su ex empleador pague. "El escándalo" está basado en una historia real que involucra a las periodistas de Fox (el mayor bastión conservador en medios de Estados Unidos) Megyn Kelly, la mencionada Carlson, y el ejecutivo Roger Ailes, que en 2016 fue acusado por muchas mujeres de acoso y abuso sexual. Kelly (interpretada por Charlize Theron en un papel que le valió una nominación al Oscar), una de las personalidades más importantes de la cadena, fue la que terminó de condenar al empresario, al admitir, luego de un tiempo de silencio, que ella también había sido abusada en sus tiempos de pasante. La película la muestra como una mujer fuerte, por lo que sus dudas tenían que ver con el hecho de no querer mostrarse como víctima y evitar "ser la noticia". Inteligentemente planteada, con un complejo pero entretenido guión, la película se destaca con las grandes actuaciones de Theron, Kidman, y Margot Robbie, y con la construcción del monstruo interpretado por John Lithgow. Para reflexionar sobre el abuso, la importancia de denunciar, el peso de los medios y toda la cultura machista en general.
Bajo el agua nadie puede escuchar Con lo mejor de "Alien" y de "Gravedad", esta producción entretenida resalta con una historia llena de tensión y acción. Norah (Kristen Stewart), una mecánica especializada se lava los dientes y siente algunos ruidos que no le parecen normales, incluso para alguien que está en una plataforma submarina de investigación, a cientos de metros bajo la superficie. No pasarán ni cinco minutos, y todo comenzará a inundarse y convertirse en caos. De a poco se encontrará con algunos sobrevivientes, y sin entender bien qué sucede, planearán un escape porque toda la instalación está a punto de colapsar. Deberán caminar a través del suelo marino hasta una lejana plataforma petrolífera cercana. El problema es que afuera, en lo profundo del océano, los esperan criaturas nunca antes vistas y extremadamente salvajes. Un filme que toma lo mejor de "Alien" y de "Gravedad", con la angustia del espacio y la ciencia ficción, y le da el escenario del fondo del mar, para crear una experiencia de hora y media a pura tensión y acción. Busca entretener y entretiene de principio a fin.
Reciclaje yanqui para dejar pasar "La maldición renace" se convierte en una nueva decepción del genero terror en Estados Unidos al ser un filme con muchas fallas y pocos aciertos. El cine oriental está nuevamente de moda, gracias al histórico Oscar como "Mejor película" que ganó “Parasite”, estrenada en nuestro país hace algunas semanas. Si bien se trata sólo de un largometraje, la idea de que hay vida más allá de Hollywood nos posiciona de una forma más permeable para acercarnos a otros tipos de cine, porque es lógico pensar que un gran filme es consecuencia de una industria y no sólo un caso aislado. Si bien el cine asiático entregó grandes títulos a lo largo de la historia y especialmente en los últimos años, es un buen momento para conocer un poco más de ese mundo que parece tan diferente al nuestro. Es por ello que, si bien Estados Unidos realiza un incansable y caprichoso trabajo de adaptar filmes originales a la cultura occidental, muchas veces no salen como lo planeado, y, además de reciclar un buen trabajo con malos resultados, termina ocultando un buen filme. Es lo que ocurre con “La maldición renace”, parte de la saga de “La maldición” que muchos conocen con su título original “The grudge”. Esta secuela, también adaptada de la versión japonesa, intenta mantener el espíritu mipón, pero sólo lo desfavorece. La historia comienza tras un asesinato terrible en una casa, cuando una mujer mata a toda su familia. Un policía y una madre soltera deciden investigar, pero descubren que la casa está habitada por un espíritu que maldice a quienes entran con una muerte violenta. Por ello, la mujer junto a sus hijos deberán encontrar la forma de deshacerse de la maldición para no correr con la misma suerte que los demás. La narración nos lleva a que revivamos todos los hechos que sucedieron en la casa, pero lo que debería hacer que entendamos más sobre lo que sucede en el lugar, dando pistas sobre la maldición, vuelve al largometraje muy desprolijo. Todo se enreda y la película sólo se vuelve una seguidilla de sustos que poco lugar dejan para la reflexión. La única moraleja que puede dejar “La maldición renace” es que las adaptaciones no son sinónimos de réplica de éxito y mucho menos cuando las buenas ideas de los largometrajes originales son absorbidos de la peor forma para escupir una obra que sólo busca recaudar en taquilla con un par de sobresaltos y una historia sin sentido.
El erizo azul, un animalito rediseñado Ante las críticas de los fanáticos del popular personaje de videojuegos, sus creadores retrasaron seis meses su estreno para complacer la demanda. La historia de la película de “Sonic”, adaptación del videojuego desarrollado por Sega en 1991 sobre un erizo azul muy veloz que debe salvar a animales secuestrados, marcó un punto de inflexión en el cine. No porque el filme sea algo muy especial, sino porque cuando se presentó el primer trailer, los fans saltaron sobre los productores porque veían que el animalito no se parecía a la figura original. ¿El resultado? Los animadores, con la película terminada, tuvieron que rediseñar todas las escenas de Sonic para contentar a todos, y el estreno se atrasó más de seis meses. Es decir, los fans modificaron integralmente la película. La historia, similar a la original (con Jim Carrey como el villano), muestra a Sonic aprendiendo a vivir en el planeta Tierra y evitando ser capturado. El largometraje, más disfrutable para los más chicos, tiene buenas ideas, pero se torna previsible, y podría haber mejorado si la propuesta no fuese tan “apta para todo público”.