La ocupación de tierras Palestinas por parte de Israel y las represalias suicidas por parte de grupos radicalizados son dos temas harto conflictivos y desoladores de estos tiempos. Problemáticas que, focalizadas en la convivencia impuesta entre pueblos antagónicos, es abordada por el parisino Sylvain Estibal, que se inclina en su primer film por un paso de comedia con toques burlescos. El guión del propio Estibal combina realidades y fantasías a través de ese pescador palestino sin mucha fortuna en lo suyo, que de pronto, entre basura y objetos desechados, encuentra atrapado en su red nada menos que a un chancho, un hallazgo tan sorprendente como incómodo, ya que el cerdo es un animal impuro y casi prohibido para ambas culturas enfrentadas.
Una idea interesante que luego va derivando en situaciones a veces propicias para el humor y otras forzadamente graciosas, como por ejemplo que se use al animal como una bomba viviente y que fuercen al atribulado pescador a suicidarse por no haber llevado a cabo su atentado. El desenlace ofrece cierto lirismo acerca de una presunta convivencia entre ambos pueblos, apelando asimismo a un momento final con una particular danza que llega a conmover. El
protagonista Sasson Gabai despliega un intenso trabajo, que incluye patetismo y aceptables recursos humorísticos.