El puerco de la discordia.
Uno de los asuntos que se mantienen desde hace décadas en la agenda mundial es el conflicto árabe-israelí, y más precisamente, la oposición entre Israel y Palestina. Este enfrentamiento sirve como base de Cuando los chanchos vuelen (Le cochon de Gaza, 2011), un relato que logra sacar risas, pero que no funciona como declaración de estado.
A Jaffar (Sasson Gabai) no le sale nada bien: viviendo miserablemente en la zona de Gaza, trata en vano de ganarse la vida como pescador, lo que solo causa quejas por parte de su esposa Fatima (Baya Belal). Sin embargo, las cosas empiezan a cambiar tras una tormenta, cuando el hombre captura algo inesperado en el agua: un puerco, ese animal considerado impuro y pecaminoso tanto por los palestinos como por los israelitas. Tras desesperarse por su desgracia, Jaffar trata de deshacerse del cerdo a como dé lugar, lo que lo lleva a conocer a Yelena (Myriam Tekaïa), una inmigrante rusa que le paga para usar a la criatura en un proyecto de inseminación. Después de esto, iniciará una serie de eventos que moverán la vida de la gente en ambos lados de los muros.
El film (una coproducción entre Francia, Alemania y Bélgica, escrita y dirigida por Sylvain Estibal) puede dividirse en dos partes. Una abarcaría la primera hora de la producción, que muestra una historia sencilla beneficiada por la muy buena actuación de Sasson Gabai (haciendo un gran trabajo a la hora de encariñar con la ignorancia) y una buena dosis de humor, que varía entre situaciones grotescas y la sátira impulsada por el amigo porcino (el objeto que une a todos los personajes). Pero cuando llega el tercer acto de la película, la historia decae bastante: el cambio al drama y al mensaje pacifista falla, ya que no es natural, encima de que no hay una mayor exploración de los personajes o de las ideas que se quieren transmitir, lo que resulta muy frustrante y simple, haciendo quedar al realizador como falto de conocimientos sobre el conflicto: es fácil decir desde afuera “que se haga la paz”, pero es más complicado explicar por qué no se logra.
En resumen, Cuando los chanchos vuelen es una buena opción para los que busquen una pequeña historia con buenas dosis de humor, a pesar de un final decepcionante y un mensaje arruinado por la simpleza y la obviedad forzada. Igual, uno solo puede desear que la unión sea tan fácil de conseguir como en las películas.
@JoniSantucho