Un conflicto promisorio aplastado a mitad de camino por querer dejar demasiado en claro su tema.
Es un llamado difícil el de escribir una crítica objetiva sobre una película que transcurre en un conflicto tan golpeado como el de Israel y Palestina. Más aun cuando la crítica en cuestión no es laudatoria. Pero por otra parte, no le estamos haciendo un favor a nadie otorgando un elogio carente de sinceridad.
El Pescador
A nivel guion, la película, aun a pesar de ser muy autóctona, tenía un conflicto que prometía y hasta enganchaba al espectador que habitualmente no pondría ni dos pesos en películas de esta naturaleza: Un pescador, que no tiene una buena racha, pesca un día un chancho. El tipo es Islamista y vive en Israel, y ambas culturas no ven con buenos ojos a los chanchos. Desde entonces el tipo se mete en algunas situaciones desopilantes, solo algunas, para sacarse al chancho de encima. Cuando la película llega a la mitad, la narrativa se empieza a desgastar, principalmente porque a partir de ahí la película empieza a ceder bajo el peso de su tema (la intolerancia entre los dos pueblos) y la presión es tal que para el tercer acto, las patas en las que se sostiene la estructura narrativa se parten como escarbadientes.
Lo que hace que se partan esas patas es el hecho de que para cuando llegan a ese tercer acto es que se olvidan completamente del conflicto que puso en marcha toda esta historia. No resuelven nada y donde debería haber una resolución satisfactoria, nos dan un testimonio sobre como ambos pueblos que tienen tanto en común (representado en el repudio a los chanchos) todavía se siguen matando y peleando cuando deberían respetar sus diferencias. Cosa que me podría enterar por los diarios o los noticieros, no por una película. El que sepa de la historia de estos pueblos, si me equivoco por favor que me corrija; les dije que era difícil.
La Chancha y los Veinte
La técnica está bien, nada del otro mundo, puestas sencillas y bien iluminadas yuxtapuestas de forma coherente en un adecuado montaje. A nivel actuación la película descansa en los hombros de Sasson Gabai, el actor que da vida a este pescador que no conforme con tener un negocio que no rinde, ve su dignidad y su vida en riesgo en todo momento desde que este chancho inexplicablemente entra en su vida. Sus gestos y expresiones hace acordar a una cruza entre Charles Chaplin y Roberto Benigni. Si la película es rescatable por algo, es por la interpretación de este señor. Nada más.
Conclusión:
La película entrega algunas risas, pero cuando su subtexto se convierte en una notoria bajada de línea adquiere ribetes soporíferos. Recomendable solamente para los incondicionales de este particular tipo de cine.