Nicholas Sparks es la mente detrás de esas novelas románticas que luego se traducen a la pantalla grande en películas que tanto le gustan a tu novia, tu novio, hermana, prima o parecido. Los picos altos han sido la tremendamente romántica The Notebook y Message in a Bottle, siendo la última The Last Song, protagonizada por la joven proeza musical Miley Cyrus. Entonces, ¿cuál es el próximo paso a seguir? Traer a otra joven estrella para dar vida a un nuevo libro, en este caso el joven Zac Efron, al que le falta un golpe de horno actoral, así como también a la simplona historia que presenta The Lucky One.
El protagonista masculino es un ex-combatiente quien regresa a casa con la foto de una joven desconocida, imagen que encontró en uno de sus viajes y, según él, le sirvió como amuleto para sobrevivir. Una vez vuelto, los embates psicológicos no le permiten reformar su vida normalmente, así que emprende un viaje para encontrar a la muchacha. Por supuesto, ella es hermosa, joven, con un hijo y un trabajo a cuestas, y la química no tardará en aflorar. Y he aquí el problema principal de la película: la trama es demasiado simple como para atraer al espectador medio, un argumento que hasta se vale de los clichés más utilizados en este tipo de propuestas, como el ex-marido celoso o la propia historia familiar de ella.
De poco sirve el talento de una grande como Blythe Danner (Meet the Fockers) o la sonrisa radiante y la candidez de Taylor Schilling frente a un Zac Efron carente de afecto y emociones (para decirlo en criollo, actuando es de madera). La escasa química de la pareja poco y nada puede hacer frente a las embestidas de una historia que se ha visto demasiadas veces y, lo peor de todo, sin variación alguna en los obstáculos a superar por los personajes. Una desgracia que la sobria dirección de Scott Hicks (Hearts in Atlantis, No Reservations) haya encontrado un recipiente tan insulso como en esta película.
Para los ávidos y los completistas de las adaptaciones de Nicholas Sparks, la película cumple escasamente con el objetivo. Para el resto, una tortura en forma de novelón.