Cuando yo te vuelva a ver

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

“El primer amor nunca se olvida” dice un refrán que fue tomado por muchos guionistas como base de elaboración de las historias de muchísimas películas eligiendo, la mayoría de las veces, los amores que quedaron truncos.

Gisela Benenzon y Marcela Sluka escribieron el guión de “Cuando yo te vuelva a ver” siguiendo una idea original del actor y distribuidor Pascual Condito, con una historia de un primer amor que quedó trunco pero sus cenizas se reavivan después de treinta años.

Benenzon y Sluka construyeron diálogos simples, claros y cotidianos para perfilar a los personajes como seres comunes y corrientes, sin ninguna particularidad, y la película fue dirigida por Rodolfo Durán.

Sinopsis

Paco (Manuel Callau) se ha radicado hace treinta años en España y regresa a la Argentina para apadrinar la boda de un amigo (Pascual Condito), y se aloja en la casa de Félix (Alejandro Awada), su hermano, quien vive con su hijo Pablo (Nicolás Condito), un joven que aspira ser director de cine.

Margarita (Ana María Picchio) es una docente jubilada que para seguir en actividad atiende catering en fiestas privadas, junto a su amiga Ethel (Miriam Lanzoni), mientras trata de mejorar la relación con su hija Valeria (Malena Solda), quien embarazada por segunda vez atraviesa una crisis matrimonial.

Él como padrino y ella como encargada del catering estarán en la fiesta de casamiento, pero no se cruzarán; algunos días después Paco, gracias a la vocación de cineasta de Pablo, descubrirá que Margarita estuvo muy cerca de él, y con la complicidad de Félix y Ethel buscará la forma de encontrarse con ella.

Paco y Margarita se amaron, se separaron, y ahora se reencuentran después de tres décadas. Han cambiado, los rodean otras personas, la situación emocional de ambos transita una época inestable, habrá reproches, explicaciones, impulsos, negativas y secretos que se revelarán.

Crítica

Como se mencionó en un párrafo anterior el filme fue dirigido por Rodolfo Durán y comienza con un juego de situaciones paralelas para la pareja protagónica que resulta interesante y plantea la vida cotidiana y la situación emocional de ambos.

Los diálogos son simples y sin pretensiosas sentencias, por lo que la película sigue un código cinematográfico hasta el reencuentro de los protagonistas y luego, repentinamente, toma un formato televisivo.

No profundiza en sentimientos sino en reacciones a situaciones del pasado y continuamente pone en el relato del espectador el cuestionamiento del “¿por qué?”

El elenco

La segunda parte de la película está sostenida por las buenas actuaciones, si bien tanto Ana María Picchio como Manuel Callau recurren a algunos tips de televisión logran darle un sólido y convincente perfil cinematográfico a sus personajes.

Malena Solda y Alejandro Awada demuestran su capacidad actoral, al igual que Nicolás Condito que película a película evidencia su incesante crecimiento profesional.

Miriam Lanzani se destaca porque si bien su rol tiene algo de la gestual frivolidad de otros personajes que ha interpretado en cine, en esta oportunidad la actriz lo ha trabajado para darle los matices que evidencian lo que sucede en el interior de esa mujer que se acerca a la cuarta década.

El espectador encontrará un drama romántico que lo entretendrá, sobre todo si se trata de personas de más de cuarenta años.

El cinéfilo podrá observar que Rodolfo Durán, a pesar de ser docente de imagen y diseño, no se jugó demasiado en el desarrollo técnico del filme, ni se atuvo a los simbolismos y códigos para que la película tuviera un mensaje contundente.