Ultima chance para el amor
El realizador Rodolfo Durán es especialista en comedias dramáticas costumbristas y tiene en su haber un módico éxito con Terapias alternativas, protagonizada en 2007 también por Manuel Callau. Historias generacionales de tipos de cincuenta, que se encuentran en aquella etapa de la vida entre el balance de lo vivido, el recuerdo de las derrotas y de las victorias, y el comienzo de una nueva etapa de adultez.
En el caso de Cuando yo te vuelva a ver el acento está puesto más en el drama que en la comedia y el tono es de nostalgia extrema pero bien equilibrada. Paco (Callau) es un argentino que se fue a España cuando era joven y vuelve al país para asistir al casamiento de un amigo. Tiene una ex mujer española que todavía lo acosa telefónicamente y se ve que no ha tenido una vida feliz en términos sentimentales.
Margarita (Ana María Picchio), que trabaja en el servicio de catering de ese mismo casamiento, es viuda y tiene una hija (Malena Solda) y una nieta (Juana Dates Peña, nieta real de la actriz). Tampoco ha sido feliz y se nota que no ha logrado cumplir sus sueños, ni sentimentales ni laborales.
Pronto sabremos que ambos habían tenido una relación fugaz pero intensa cuando eran jóvenes, bruscamente interrumpida por el exilio forzoso de Paco. Aquellos veinte días de amor no fueron olvidados por ninguno y los dos continuaron sus vidas sin la plenitud de compartirla juntos, cada uno haciendo su vida por separado.
La primera mitad de la película cuenta el camino lento y sinuoso hasta el encuentro de ellos dos con un ritmo y un suspenso por momentos bastante logrados, pese a ciertos subrayados del guión. Quizás la música y el tono general suenen demasiado graves y nostalgiosos, pero la historia avanza sin tropiezos.
La segunda mitad, a partir del reencuentro y de algunas revelaciones sorpresivas, no termina de cumplir lo que la primera preparaba y prometía. Quizás con demasiada sutileza para una película que se proponía ser sencilla, no hay acá un final a toda orquesta ni tono de comedia romántica clásica, como podría haberse esperado.
De todas formas, esa fue la elección de Durán y de las guionistas Gisela Benenzon y Marcela Sluka, que redondearon un filme correcto, sin pretensiones y que termina por transmitir cierto cariño por esos personajes tristes que acceden a una última oportunidad.